viernes, 12 de agosto de 2011

3. Uno que sea un placer culposo.

“Imzadi” de Peter David

Un gordo, canoso y amargado almirante William Riker encuentra la manera de regresar en el tiempo para salvar al amor de su vida, la consejera Deanna Troi, de una muerte prematura y absurda. Un decidido Capitán Data, partidario del “deje así”, va pisándole los talones para detenerlo antes de que cometa un error del que quizá no quede nadie para lamentar. Y para que alguien tan honorable y entregado al deber como Riker se atreva no sólo a violar las estrictas regulaciones de la Flota Estelar sino a arriesgar la mismísima continuidad del espacio-tiempo, es porque el lazo que lo unía a Troi era lo más poderoso que hubiera experimentado jamás.

          Esta novela en inglés patrocinada por @licuc está ambientada muchos años en el futuro con respecto a la serie de televisión “Star Trek: The Next Generation”. Sin embargo, lo que la hace tan interesante es la historia de cómo Troi y el joven oficial Riker se conocieron en el planeta Batazed cuando ella estaba estudiando Psicología. Esa historia de amor es la que explica cómo se convirtieron en el Imzadi del otro (“amado” o “alma gemela” en lengua Betazoid), un lazo de amor que perdura aunque los separe media galaxia o incluso 30 años en el tiempo.

          Como obra de ciencia-ficción es entretenimiento ligero y lo que pesa más es la rosada, almibarada historia de amor, que desafía el sentido común y se regodea en todas las ideas irracionales de las que tanto trato de cuidarme en la vida real (como las relaciones a distancia). Mierda, sí, me encantó de principio a fin, lo que supongo me delata como un romántico vergonzante.

          ¿Hace falta explicar por qué para mí fue un placer culposo?

1 comentario:

Nana dijo...

Comparto tu alegría por la confesión. Jajaja.