lunes, 20 de julio de 2009

Gracias a Simón Bolívar y su parche es que Harry Potter no habla en español de España

Hace muchos años, cuando Villabobos (el locutor Alejandro Villalobos) trabajaba en Radioactiva, hizo un comentario que no logré olvidar, como sí pasó con otros profundos comentarios de un intelectual de semejante talla: "Ojalá no nos hubiéramos independizado de España... ¿se imaginan los conciertos que vendrían para acá?".
          Me perturbó que el tipo jurara que por seguir siendo gobernados desde España hubiéramos seguido siendo tratados como españoles, felices espectadores de los conciertos de Madonna y The Rolling Stones. Y peor aún, hay gente que todavía se pregunta si no hubiéramos estado mejor "dejando así".
          Pero bueno, no son los únicos. Hace poco más de 200 años, la gente por acá era como un adolescente que hace pataleta porque no lo dejan estudiar música en vez de medicina (o porque no lo dejan llegar tarde de rumbear, o hacerse un piercing en la lengua), y que ya entrado en gastos pues acaba es yéndose de la casa. Algo parecido pasó en la Nueva Granada. La consigna era "Viva el Rey y abajo el mal gobierno", con lo que nuestros ancestros mostraban su rechazo a los representantes del gobierno puesto por Napoleón en España a cañonazos. Sin embargo, la idea de rebelarse contra un gobierno ilegítimo hizo reflexionar a la gente sobre las ventajas de no depender de las decisiones tomadas al otro lado del charco sin tener en cuenta nuestros intereses. Y ahí fue cuando Nariño, Santander, Bolívar y el resto de su parche se la jugaron para arrebatarle el poder a los españoles.
          La cosa es que para la gente del común las condiciones no cambiaron mucho: durante el dominio español, los altos cargos públicos sólo podían ser ocupados por españoles ricos, mientras que después de la independencia esos cargos sólo podían ser ocupados por... criollos ricos. Es decir, que a menos que se fuera rico, las desigualdades sociales seguían casi inalteradas independientemente de dónde se tomaran las decisiones.
          Sin embargo, estoy convencido de que sin la lucha por la independencia podríamos estar mucho peor. Es como el hijo que a los 35 años todavía vive donde los papás, a quien le toca comer todo sin sal porque los papás sufren de la tensión y todo lo hacen simple para satisfacer la necesidad de ellos, no la del hijo. En cambio, así se pase hambre, vivir fuera del dominio de los papás obliga a la gente a preguntarse qué le gusta y a esforzarse por mejorar sus condiciones de vida, sin esperar a que los papás hagan ese esfuerzo por uno.
          Volviendo a nuestro caso, basta ver el caso de Cali o Barranquilla. Mientras Cali era una provincia gobernada desde Popayán y Barranquilla lo era desde Cartagena, eran asentamientos menores, sin mayor relevancia en el ámbito nacional. Una vez se convirtieron en capitales de sus respectivos departamentos lograron superar en riqueza y población a la ciudad de la que dependían antes. Algo similar pasó con Ciudad de Panamá. No voy a ser tan ingenuo como para afirmar que en Cali se vive mejor que en Popayán, pero sí hay que reconocer que en Cali hay más opciones y oportunidades para quien quiera aprovecharlas.
          Por otro lado, un imperio tan grande como el español hubiera exigido con el tiempo una jerarquía más vertical, que el control de la corona fuera todavía más férreo y reacio a la innovación, como lo que le pasa a organizaciones tan grandes y desperdigadas como IBM o la Iglesia Católica. En cambio en las organizaciones pequeñas se pueden dar el lujo de ser informales y abiertos a la iniciativa privada sin que se forme necesariamente un despelote, como pasa en algunos países pequeños como Singapur o Irlanda.  Y como yo prefiero trabajar en una organización pequeña donde siento que aporto y que hay capacidad de reacción ante las necesidades de la región, creo que nos va mejor habiéndonos librado del gobierno por control remoto de la monarquía española. Si con Uribe haciendo de alcalde honorario cada semana no se ha logrado que se solucionen los problemas de las provincias, ¿se imaginan que las decisiones no se tomaran en Bogotá sino por allá en Madrid? Ahí sí que es cierto que Harry Potter and the Half-Blood Prince sólo la traerían doblada en el ininteligible español de España.
          Así que volviendo al caso hipotético sugerido por Villabobos, de haber seguido bajo el dominio español, las posibilidades de que Madonna o The Rolling Stones vinieran a Bogotá o Cali son las mismas de que, habiéndonos independizado, llevaran Harry Potter and the Half-Blood Prince subtitulada a Quibdó o Puerto Carreño. Más importante todavía, de haber seguido como súbditos españoles hubiéramos seguido siendo ciudadanos de segunda categoría en nuestra propia tierra. Puede que muchos sintamos que el inquilino del Palacio de Nariño se comporta como dueño y no como empleado, o que el remedio que está aplicando es peor que la enfermedad que prometió que iba a curar, pero al menos la decisión de ponerlo allí, buena o mala, fue nuestra y no la de alguien por allá en España.
          Ya nuestros ancestros pagaron con sudor, lágrimas y sangre nuestra independencia de España. Ahora nos toca a nosotros proponer e implementar opciones políticas, económicas y sociales que garanticen para nuestros descendientes la independencia de Estados Unidos, "la FAR", las multinacionales y en general todo poder externo que quiera manipularnos en contra de nuestros propios intereses.  Así que aunque falte mucho, algo se ha ganado,  y vale la pena celebrar que España sea un cliente y no nuestro amo. ¡FELIZ DÍA DE LA INDEPENDENCIA!