Ya pasó más de una semana desde la contundente victoria del Deportivo Cali sobre el Ral Cartagena y el consecuente título de Campeón del Fútbol Profesional Colombiano. Sin embargo, a diferencia de una amiga hincha del Santa Fe, casi ninguno de mis amigos me ha felicitado por la octava estrella del Cali.
Eso generalmente significa que se trata de americanos. A diferencia de Piero, no estoy hablando de los ciudadanos del Imperio, sino de los que salieron a celebrar cuando en una final de la Copa Libertadores el Palmeiras le arrebató al Cali, en la lotería de los penales, el título que no pudo ganar en 90 minutos de partido. Sí, esos mismos que prefieren apoyar a los rolos o a los costeños (gracias a Dios no se han rebajado a apoyar a los paisas) antes que hacerle fuerza al Glorioso (o al Cortuluá si hubiera sido el caso) cuando su equipo queda fuera de la competencia, así sea por solidaridad de región. Efectivamente, me refiero a los hinchas del América de Cali.
Durante muchos años, hemos sido los caleños los que, al darse la situación inversa, hemos preferido apoyar al América cuando sale a pelear una Copa Libertadores o una final del Torneo doméstico frente a equipos de otras regiones. Sin embargo, la actitud que he percibido es como si estuviéramos en las tribunas de Sur en un clásico Cali-América.
Por otra parte, lo que me parece más tenaz es que el grueso de los hinchas americanos está respirando por la herida en lugar de estar apoyando a su equipo. Mi hipótesis es que con el auge del narcotráfico en la ciudad, los hinchas del América se acostumbraron a sólo ganar y muchos no lograron asumir con madurez el hecho de que en condiciones normales a veces se gana, pero también se pierde. De hecho, según cifras de la propia Corporación Deportiva América, la taquilla durante el año 2005 cuando el equipo jugó de local en promedio no pasó de 2500 personas. Eso en un estadio que tiene capacidad para 45 mil espectadores representa menos del 6% de ocupación. Qué diferente es cuando América va a jugar como visitante a Bogotá; allá la hinchada sí se hace notar, pero obviamente el recaudo de la taquilla va para el equipo rolo que juega de local.
Para completar, la campaña "América sí contigo" tuvo que aplazar por varias semanas su fecha de cierre porque no logró que 6000 hinchas compraran una camiseta de $170.000 en la fecha planeada inicialmente. De todos los americanos que conozco, sólo sé de uno que se jugó un tarjetazo por su equipo, consciente del momento difícil por el que está atravesando la institución. Es comprensible que para los hinchas más pobres hasta las facilidades de financiación sean inalcanzables, pero a juzgar por los miles de carros que he visto con banderas del América cuando ha quedado de campeón, hay bastantes hinchas con posibilidades económicas que se están haciendo los locos cuando su equipo más los necesita.
Por eso mi invitación a mis amigos americanos es que, si no van a apoyar a su equipo en las malas como lo hacen en las buenas, al menos dejen de hacer mala cara cuando aunque sea uno de los equipos de la región logró el título que nos da un motivo más de celebración en esta Feria.
miércoles, 28 de diciembre de 2005
A mis amigos americanos
miércoles, 14 de diciembre de 2005
La independencia comienza por irse de la casa
Me gustaría poder decir que me independicé a los 30, pero si dijera más bien que fue mi mamá la que se independizó de mí estaría más cerca de la realidad.
Aunque la gracia no me salió gratis (tuve que poner dos millones para completar la remodelación necesario para acondicionar el nuevo apartamento), sí fue para mí menos traumática que haberme mudado yo para otro sitio. La independencia no es gratis, pero quedé con el contenido de mi dormitorio (muebles y cachivaches apretados para que cupieran) y acepté la donación de la nevera, el teléfono y el horno microondas viejos que mi mamá reemplazaba por nuevos en su nuevo dominio. Ahí fue que dije "quedé hecho".
Pienso que en ese momento fue que verdaderamente llegué a la adultez, porque hasta ese momento la descripción de "adolescente de 30 años" (como el protagonista de El Club de la Pelea) hubiera sido la que más me hubiera hecho justicia. Hasta unos años antes, como buen adolescente siempre había cuestionado la forma como mi mamá administraba los recursos de la casa, la comida, la decoración y las prioridades, lo que obviamente implicaba fuertes agarrones que estaban deteriorando la relación entre los dos. Con Depredador (mi hermana) pasaba otro tanto porque no tenía autoridad sobre ella y debía convivir con su forma muy 'peculiar' de administrar los recursos (de ahí el apodo de "Depredador"). Sólo cuando acepté que estaba viviendo en la casa de mi mamá y viviendo según sus reglas (siendo su casa, tiene el derecho a manejarla como considere mejor) fue que aprendí a morderme la lengua y esperar a vivir aparte para definir mis reglas. Ese solo acto de conciencia permitió que las pelas en mi casa fueran mucho menos frecuentes y de menor intensidad.
Entonces para mí fue claro que la típica frase de los papás "para qué se va a ir a pasar trabajo a otra parte, si esta es su casa" era mentira o, en en el mejor de los casos, una verdad a medias. La evidencia en contra es abrumadora: si yo no puedo cambiar la decoración, llegar a la hora que quiera (o no llegar algunas noches) o solicitar un nuevo servicio (obviamente pagado de mi bolsillo), es claro que esa no es mi casa. Si tengo que vivir según las reglas de mis padres, no soy independiente, así haya alcanzado la independencia económica, por cuestiones eminentemente prácticas. Eso significa que para poder ser independiente se necesita vivir en un espacio diferente del de los papás, a no ser que se COMPARTA el mismo techo dejando claro que se ha trascendido la vieja relación padres-hijo para pasar a una relación de iguales entre adultos (la veo difícil).
En mi caso personal ayudó que, en su muevo apartamento, mi mamá aún no tuviera instalado un teléfono fijo, lo que le dificultó enormemente controlarme cada noche, como parecía ser su intención. Además logré aprovisionarme y hacer aseo con juicio, lo que hizo ver como innecesarias sus inspecciones frecuentes y sorpresivas (dignas de un General de la República), como más de un domingo en que llegó a las 6:30 a.m. estando yo todavía profundamente dormido y precariamente cubierto por nada más que mi 'cobija con orejas'.
Demostrar que no necesitaba supervisión requirió aprender rápido a tomar decisiones a las que no me había enfrentado antes (cuándo pagar los servicios, cuál factura no pagar si no tenía toda la plata, qué mercar y cuándo, etc.) y saber que las consecuencias de cada mala decisión tendría que sufrirlas en carne propia porque ya no tenía quien pensara por mí, estuviera o no de acuerdo.
Sin embargo, ese proceso de acondicionar el apartamento según mis gustos y definir aspectos de logística me obligaron a cuestionar profundamente quién era yo. Creo que nunca antes había hecho un ejercicio tan concienzudo de exploración de mi propia identidad. De la misma forma como sólo podemos ver las estrellas cuando se va el sol que las opaca, sólo cuando mi mamá y mi hermana se fueron pude ver qué aspectos de su personalidad y cuáles de la mía eran los que determinaban mi entorno inmediato. Por eso es que digo que me he sentido adulto sólo este último año y no antes. Ahora soy consciente de mis gustos, necesidades y tengo una idea más precisa de cuál es el precio que estoy dispuesto a pagar por satisfacerlos.
Los beneficios de la experiencia han sido enormes. Mejoró sensiblemente mi calidad de vida al poder pagar por un concienzudo servicio de aseo (mi mamá saboteó todos mis intentos anteriores) que hizo mi entorno menos propicio para mis alergias, y además que mi ropa sufriera menos con cada lavada. Ahora puedo comprar lo que yo quiera y aprovechar las promociones al acumular ofertas en la alacena sin temor a que Depredador desaparezca mis provisiones. Ahora puedo separar la basura de y hacer el ejercicio consciente de ser consecuente con mis ideas filosóficas sobre el cuidado del medio ambiente.
También he tenido la oportunidad de usar el apartamento como un espejo de mi propia personalidad, un ejercicio de auto-análisis que nunca había sido tan preciso. Esa es la razón por la que me siento tan a gusto con espacios vacíos y paredes desnudas que reflejan la dinámica de mi propia personalidad, que está cambiando en lugar de estancarse en algo estático. Cada mujer que me visita quiere llenar compulsivamente esos espacios con un mueble o un adorno, y hasta ahora he sido firme, pero reconozco que la mano femenina hace falta o al menos la asesoría de los anfitriones de "Queer eye for the streight guy". Lo único que he recibido han sido la hamaca que espero colgar pronto, una estera para la sala y una mata que ya está pidiendo matera más grande, todos regalos de mi ex-novia.
Ahora ha llegado el tiempo de las remodelaciones. Espero que la plata me alcance para lograrlo. De pronto compartiendo el lugar logre bajar los costos, por lo que me convendría una compañera de apartamento (no compañera sentimental, ojo). ¿Candidatas?
viernes, 9 de diciembre de 2005
La maratón de postularse a la beca Alban
El lunes pasado aproveché una charla en la Javeriana para conocer más sobre las becas Alban. Este es un programa de la Unión Europea exclusivamente para estudiantes de América Latina con interés en realizar una formación al nivel de posgrado en alguna universidad de allá. Como mi proyecto a mediano plazo es irme a Inglaterra a estudiar una maestría en periodismo, pues la cosa pintaba como interesante.
El tipo de la exposición empezó diciendo que la beca no cubre todo sino sólo hasta el 75% de los costos, y eso si ese porcentaje no supera los EU$1500 mensuales. Eso significa que si los costos mensuales superan los EU$2000, ya no sólo tengo que poner de mi bolsillo el 25% restante, sino también el excedente. Aunque no he elaborado aún un presupuesto de cuánto me pueda costar la estadía allá, no veo claro de dónde me voy a levantar los EU$6000 que podría tener que poner de mi bolsillo. Obviamente hay opciones. El tipo dijo que todo descuento que pueda conseguir sobre el precio normal me ayuda a sumar a mi 25%, como alguna rebaja en la matrícula de la universidad, estadía donde un amigo en vez de alquilar una habitación, etc. Hasta ahí me vi grave, porque en el momento no tengo en qué caerme muerto y no cumplo los requistos que me harían elegible para un préstamo. Como quien dice que lo más viable es trabajar en algo que dé plata a corto plazo y gastar poco para alcanzar a ahorrar.
Sin embargo, las sorpresas no terminaron aquí. Además me enteré de que los candidatos deben tener el aval de una institución de educación superior que certifique que: a) estás en capacidad para aprovechar la oportunidad y b) que te van a dar trabajo cuando vuelvas de tu formación en el exterior. Otro golpe bajo porque no tengo vínculos con alguna institución de educación superior que me lleven a pensar que alguien podría darme ese aval. Ahí fue que entendí por qué casi todos los asistentes a la charla tenían pinta de ser mayores de 45 años: mínimo eran profesores universitarios que estaban a la caza de su segundo posgrado. Además está la cuestión de justificar un proyecto de posgrado que sea avalado por dicha institución, con lo que las posibilidades disminuyen si el proyecto de formación obedece a un interés meramente personal.
Para completar, el golpe de gracia fue la fecha límite. La convocatoria se cierra el 22 de diciembre para los programas del período 2006-2007. Para antes de dicha fecha hay que demostrar que ya se ha sido aceptado en la universidad de destino (que debe estar en la lista de instituciones reconocidas por la Alban) y en un programa que dure más de 6 meses y comprenda entre 60 y 120 créditos ECTS (para excluir a los programas de mentiras que abundan por allá como en toda parte). Adicionalmente hay que tener lista una gran cantidad de documentos debidamente apostillados y certificados que van desde el que diga que se ha residido en el país durante el último año, hasta el que dice cuándo y dónde naciste. Esto suena bastante razonable para evitar que algún nigeriano pasado de vivo se quiera aprovechar de las becas creadas para latinos, pero a estas alturas del partido sí está como grave obtener (y pagar por) todos esos documentos.
En fin, aunque vea todo muy complicado para tan poco tiempo, no dejo de repetirme que "la peor 'vuelta' es la que no se hace". Mi estrategia será la de muchos de los asistentes a la charla: intentar reunir todos los requisitos así me rechacen y, en el peor de los casos, aprenderme todos los trucos y las trampas que esta maratón tiene reservados para mí con el fin de intentarlo de nuevo el año entrante. En el mejor de los escenarios, hasta es posible que me resulte una arepa tan gigante como la del América y pase a la siguiente fase del proceso de selección. El 22 de diciembre se definirán unas cuantas cosas para mi futuro inmediato.
domingo, 27 de noviembre de 2005
Un sueño
Aunque supongo que tengo sueños con frecuencia, casi nunca logro recordarlos. Esta vez logré hacerlo, gracias a una insólita combinación de factores:
me acosté bastante tarde la madrugada anterior,
entre ballenatos (a pesar de la 'b' del título del CD, no eran cantos de ballenas bebés sino música de acordeón para cantar a grito pelado con los brazos abiertos en posición de Niño Dios de pesebre), tandas interminables de reggaeton y una que otra salsita, me agoté cantando y bailando,
mezclamos un Cabernet Sauvignon (que estaba bueno, pero no tan rico como esperaba) con dos galones de Aguardiente Blanco que fueron decididamente los responsables de la borrachera que me hizo caer como piedra cuando finalmente llegué a la cama.
Como resultado de lo anterior, estaba en sueño profundo a eso de las 9:30 a.m. del domingo cuando me desperté abruptamente.
Seguimos recorriendo el hangar y encontramos una especie de acuario de luz azulada en medio del espacio abierto del lugar, en medio de la semioscuridad. Por alguna razón, la mujer me retó que quemara el hangar y la pista lo más pronto posible, a lo que accedí. Ambos subimos a un avión (supongo que el mismo en que habíamos llegado al lugar) de cabina doble y despegamos.
Detrás de nosotros explotó el hangar y las llamas se elevaban bastante alto. Yo maniobré el avión para que subiera verticalmente (casi en ángulo de 90 grados con respecto a la pista), en lo que supuse era un intento por huir de las llamas que veía elevarse como tratando de quemarnos la cola, hasta que el vehículo pareció perder sustentación. Las llamas de la explosión no lograron llegar tan alto y el pequeño avión quedó suspendido inmóvil en el aire por un segundo. Allí pude ver la máquina desde fuera de la cabina y me di cuenta de que era casi como un avión de combate de la Segunda Guerra Mundial, de hélice frontal, fuselaje plateado y diseños rojos y amarillos alrededor de la trompa y en la punta de las alas (ahora que lo pienso se parecía mucho al avión del díptico ?WHAAM!? de Roy Lichtenstain).
Lo que inicialmente había interpretado como una pérdida de sustentación, resultó ser una maniobra deliberada para hacer que la nave descendiera de nuevo, y para acelerar volví a encender el motor que había apagado unos segundos antes. La maniobra nos llevó rápidamente al infierno que se había desatado abajo y la turbulencia generada por el paso del avión arrastró el fuego detrás de nosotros. Justo antes de llegar al suelo nivelé el avión para que recorriera la pista casi a ras del suelo y como resultado el fuego que veníamos arrastrando acabó por cubrirla. Fue así como logré quemar tanto el hangar como la pista con la misma explosión.
Cuando me estaba elevando para dar una segunda pasada sobre el hangar, me despertó el teléfono.
martes, 25 de octubre de 2005
El desafío cuántico de las columnas de opinión
En primer lugar yo parto del supuesto de que nada de lo que hagamos o digamos será realmente nuevo. Hay quienes dicen que para verlo todo sólo hay que vivir lo suficiente y si repasamos la historia más allá de un par de generaciones vemos que ésta tiende a repetirse a sí misma. No en vano tipos como Nicolás Maquiavelo, Karl Marx o Alvin Toffler han identificado patrones y fuerzas sociales, políticas y económicas de todo tipo que explican los acontecimientos de la historia y hasta se atreven a predecir grosso modo los acontecimientos del futuro (y en muchos casos aciertan). Es por esta razón que las columnas de Antonio Caballero siempre parecen la misma, ya que los actos y los temas que lo indignan cada semana son básicamente los mismos hoy que hace cuatro años, y que hace 20 y que hace 100.
De acuerdo con lo anterior, por brillantes que nos parezcan nuestra conclusiones, muy probablemente siempre encontraremos alguien lo suficientemente viejo o lo suficientemente culto como decirnos en nuestra cara que logramos "descubrir que el agua moja". Pues claro, ¿quienes somos nosotros frente a gigantes como Buda, Platón, Tomás de Aquino o José Ortega y Gasset? ¿Qué nos hace pensar que hemos descubierto algo nuevo cuando semejantes genios ya tuvieron cientos de años para descubrirlo?
Algo parecido sucede con el mundo físico. Si superestrellas como Aristarco de Samos, Kepler, Copérnico o Newton crearon modelos que predicen el movimiento de los cuerpos celestes, pareciera que los planetas no tienen más remedio que obedecer con resignación los dictados de sus severas leyes. Estas leyes y modelos dieron origen a una cosmología mecanicista según la cual todos los movimientos de los cuerpos del universo ya fueron determinados por las condiciones iniciales del Big Bang (incluyendo nuestros comportamientos). Y sin embargo, sus herederos deben contener su indignación ante la desconcertante manía de las partículas subatómicas de hacer lo que les da la gana sin importar sus reprobadoras miradas que esperan ver acatadas las sagradas "leyes". La física cuántica nos devuelve así el libre albedrío que el mecanicismo nos quería arrebatar, y nos recuerda que por inevitables y predecibles que parezcan los eventos que nos rodean, como individuos que conforman ese enorme mecanismo que llamamos sociedad todavía tenemos la responsabilidad y el derecho de elegir, dentro de ciertos límites, qué queremos hacer y cómo.
Pues mi brillante perogrullada de turno es que, aunque hay verdades históricas que deben nuevamente ser dichas en una sociedad que padece de amnesia, lo realmente novedoso y atractivo de una columna de opinión es la reinterpretación de la realidad a partir de la propia experiencia de quien escribe. Lo que nos ha pasado en la vida seguramente ya le pasó a un personaje de Homero, de Joyce o de Cortázar, pero nunca exactamente de la misma manera, en las mismas circunstancias, con la misma intensidad. Eso es lo que yo creo que podemos trasmitirle a quienes nos leen, mostrándonos, desnudándonos, exponiéndonos como seres humanos para que el lector pueda identificarse y sentirse atraído por la experiencia de un congénere. El lector que ya conozca la realidad objetiva se sentirá atraído por la novedad que representa ver esa misma realidad pero a través de la perspectiva de la propia subjetividad del autor. Todo lo demás será noticia, información.
Por eso me gustan tanto los artículos de opinión o las crónicas que rescatan algún evento de la vida personal de autor, que nos permitan contextualizar y matizar las conclusiones o la interpretación de la realidad que está aportando en su trabajo. Uno puede aportar hechos concretos (que el artículo sea de opinión no significa que no se deban argumentar las tesis defendidas) pero sin duda su interpretación se ve influida por las circunstancias del autor, y en la medida en que las conozcamos podremos entender su posición independientemente de que compartamos o no su posición.
Para hablar de ejemplos concretos, de las columnas de opinión de Semana la que más me gusta es la de Héctor Abad Faciolince, ya que en cada edición reúne todos los elementos que considero que debe tener un trabajo de este tipo. Sin caer en el dogmatismo o el fanatismo, expone las razones personales que influyen en la carga emocional de sus posiciones, sin dejar por ello de argumentarlas con una decorosa objetividad. Este balance entre emoción y razón, subjetividad y objetividad es lo que hace para mí la columna de Héctor Abad atractiva, sorpresiva, novedosa, mientras que la de Antonio Caballero es casi seguro que va a atacar al presidente-candidato Uribe y la de María Isabel Rueda a defenderlo.
lunes, 17 de octubre de 2005
Lo que he estado jugando: Star Trek Bridge Commander
El primero de ellos es "Star Trek: Starfleet Command", que consiste en una serie de campañas militares donde se juega como un soldado del Imperio Klingon, del Imperio Estelar Romulano o de la Federación Unida de Planetas. A diferencia de "Star Trek: Armada II" donde se juega con el Enterprise-E de Jean-Luc Picard, en este juego toca arrancar desde abajo con una nave lijera que se puede ir equipando o cambiando por otra mejor en la medida en que se avance en las misiones. Dependiendo del bando en el que se esté, las misiones se tratan de conspirar contra la alianza Klingon-Federación o de protegerla. Para los que consideren muy fáciles estas campañas, también hay misiones libres donde puede enfrentarse a hordas de Borgs dispuestos a asimilar al jugador.
Este juego ha sido mi primera experiencia con el manejo de una tripulación. Implícitamente se entiende que una nave más grande que un transbordador necesita más de una persona para manejarla, pero en otros juegos se asume que el comandante toma todas las decisiones y ejecuta los comandos necesarios (todo en uno). Aunque ocurre lo mismo con "Starfleet Command", lo novedoso para mí fue que dependiendo de las habilidades que se ejerciten más en cada misión, el oficial responsable de esa área tendrá "más cancha" en la siguiente batalla. Esto implica que si en una estación espacial se recluta, por ejemplo, un buen oficial táctico, el desempeño será bueno al dispararle a los enemigos. Si por el contrario en un encuentro llegan a haber daños graves en el casco y se muere o incapacita el oficial de ingeniería o el timonel, la navegación se vuelve muy problemática porque lo sustituye un suboficial con menos capacidad.
Por otra parte, "Star Trek: Bridge Commander" es otro paseo completamente diferente. Si bien en "Starfleet Command" los oficiales eran la novedad, no pasaban de ser voces en medio del juego y una ficha de desempeño en el cuadro de oficiales de la tripulación. En "Bridge Commander" se juega desde la silla del capitán de una nave clase "Galaxia" (la misma de la serie de TV "Star Trek: The Next Generation"), con lo que más de uno podrá cumplir la fantasía de jugar a ser Jean-Luc Picard al frente del Enterprise-D. Esto implica que el comandante toma las decisiones y se las comunica a sus oficiales del puente (o aprueba sus recomendaciones) FRENTE A FRENTE, EN EL PUENTE DE MANDO DE LA NAVE.
Aunque también está la opción de "salir" del puente y ver la acción desde fuera de la nave, la sensación de estar en la silla del capitán es muy distinta. Incluso cuando un enemigo logra abatir los escudos y acertarle al casco de la nave, la pantalla tiembla como en las películas, las consolas de los oficiales chisporrotean y los tripulantes se agarran para no caerse del asiento. Para mí, esto hace que la inmersión sea todavía mayor, hasta el punto que mis vecinos deben estarse preguntando a qué se deben los madrazos que grito cuando fallo en alguna misión. Espero que se me pase con los días.
De todos modos, para los fanáticos del universo de Viaje a las Estrellas estos son juegos de culto, que sin embargo estoy seguro de que pueden satisfacer a la mayoría de los adictos a los juegos de simulación. Para mí la mayor ventaja radica en que, como son juegos relativamente viejos (2002-2003) son soportados suficientemente por mi humilde tarjeta de video ATI Radeon 7000 y no requieren periféricos especiales para mejorar la experiencia sino que pueden jugarse sin problemas a punta de ratón y teclado, como los clásicos.
Un aspecto final para resaltar. Como el espacio cósmico es tridimensional, los asteroides, estaciones espaciales y naves se distribuyen también tridimensionalmente en dicho espacio. Para mantener la simulación lo más real posible, el juego representa los objetos efectivamente en 3D, pero no obliga al jugador a estimar distancias ni adivinar posiciones relativas de los objetos con respecto a la nave como lo hace "Homeworld", por ejemplo. Este último juego es también bastante realista, pero manejar el espacio tridimensional es tan complejo que a veces algo tan sencillo como interceptar un asteroide que está "quieto" es una hazaña. "Armada II" y "Starfleet Command" por su parte le apuestan a una organización sencilla en un "plano" bidimensional del cual casi no se separan los objetos, por lo que navegar en el espacio es casi como hacerlo por un mapa. Los creadores de "Bridge Commander" acogieron la solución natural que le han dado los creadores de la serie en las películas: hacer el el computador de la nave rastree los objetos (bajo el control del oficial de operaciones) y permitir al timonel fijar un curso hacia las coordenadas que la máquina le dé a escoger. Con lo complejo que puede ser navegar en el espacio (o luchar contra un destructor Romulano) donde no se cumplen muchos de los supuestos de la navegación aérea, creo que en un futuro cercano la navegación espacial será como la plantean en este juego que posiblemente se vea restrospectivamente dentro de muchos años como profético.
Fotos de mi ruta en bicicleta
Hoy publiqué en mi album algunas fotos de mi ruta en bicicleta, incluyendo algunas de mi visita a la nueva sede de ParqueSoft. Afortunadamente llegar hasta allá en bicicleta es mucho más fácil que trepar hasta la sede anterior en la San Buenaventura (alguna ventaja debía tener el trasteo).
viernes, 23 de septiembre de 2005
Cuando tu novia se va para Londres
Hace poco estaba desatrasando a un amigo de los últimos acontecimientos de mi vida:
...y ando medio desubicado porque mi novia acaba de irse a estudiar a Londres...
¿Cómo así? ¿Por cuánto tiempo?
Pues si ella vuelve, no será antes de un año que es lo que dura su maestría.
... --sacudió la cabeza con cara de ¡perdiste!
¿Y cómo estás tan seguro?
... --se señaló a sí mismo.
¿Te pasó lo mismo?
Claaaaaro. Ella va a cambiar muchísimo en un momentico. Yo llevaba unos seis años con mi novia y ella estaba obsesionada con la idea de irse a Estados Unidos. Sin embargo, logré convencerla de que se fuera para Europa que debía ser más interesante y finalmente le salió el viaje para Londres. Allá estuvo viviendo como seis meses, estudiando inglés y trabajando como mesera en un bar. Nos encontramos en París en el apartamento de una tía suya; el plan era salir de allí a recorrer lo más que pudiéramos de Europa como mochileros y al final del viaje devolvernos ya para Cali. Pero apenas nos vimos empezó la peleadera... ella estaba cambiadísima. Siempre dicen que el que viaja cambia más que el que se queda, pero eso ya era el colmo.
¿Cómo así? ¿En qué había cambiado?
Pues yo iba a lo que iba (prácticamente ya me estaba poniendo el condón) cuando ella empezó a decirme que estaba confundida, que no sabía qué hacer conmigo, que verme era como volver a su pasado, etc., etc., etc. El caso es que no estaba segura de querer seguir conmigo a pesar de lo que habíamos pasado juntos y de los planes que teníamos.
¿Y qué le dijiste?
Pues me emputé. Me fui poniendo rojo y le grité que no había gastado todos mis ahorros, empeñado hasta la camisa y atravesado medio planeta para ir detrás de ella como para que me saliera con semejante chorro de babas. Ahí mismo decidí que si con ella no iba a haber re-encuentro, yo no iba a perder el viaje y opté por seguir con mis planes de conocer Europa, con o sin ella. Al otro día me lavé la cara, agarré mi morral y salí a conocer París (y ella salió conmigo). Para comer comprabamos pan francés, la mortadela más barata, queso y una caja de vino para estirar lo más posible el presupuesto. Hicimos más o menos lo mismo en todas las ciudades por las que pasamos pero anduvimos juntos casi a regañadientes. Al final nos devolvimos para Cali pero cuando llegamos cada uno pegó para su casa y no volvimos a hablarnos. Prácticamente, terminamos. Para colmo, las pocas veces que volvimos a hablar en lugar de pensar en volver (a nuestro noviazgo), lo que le notaba eran ganas pero de devolverse para Londres, que estaba superaburrida acá a pesar de tenerlo "todo".
Confieso que a medida que el relato iba avanzando se me iba formando un nudo en la garganta. Por supuesto que yo sabía que algo como lo que le pasó a él podría pasarme a mí, pero escuchar un testimonio así en primera persona hace que más real lo que antes me parecía una lejana probabilidad estadística.
Después del choque inicial, pasé a la etapa de negación. Le pregunté a mi amigo detalles buscando desesperadamente algo que diferenciara su caso del mio, y afortunadamente encontré una ramita a la cual agarrarme en el borde del despeñadero. Después de todo, su novia nunca había sido independiente antes de viajar a Londres, por lo que vivir en su propio espacio, haciéndose cargo de sus propias decisiones y sin compromisos en una ciudad con una variadísima oferta cultural y agitada vida nocturna (todo junto) tal vez fue demasiado para ella. Prácticamente había renacido a una nueva vida donde literalmente el mundo se había abierto ante sus ojos. Claro, con razón ver a mi amigo le recordó el pasado del que quería huir (dependencia de los padres, trabajo estable pero aburrido, una ciudad que desde fuera se percibe aún más provinciana, una relación sentimental de muchos años que no evolucionaba).
Por el contrario, creo que una sabia decisión de nuestra parte fue acordar con mi novia que antes de avanzar a otro nivel en nuestra relación cada uno se diera un año para vivir independientemente. De esta forma, cuando se concretó el viaje a Londres cada uno había vivido la experiencia de jugar a ser adulto: ser independiente económicamente (con todas las angustias, satisfacciones y altibajos que implica), de establecer las prioridades de cada uno y turnarnos los apartamento para dormir juntos sin despertar suspicacias en nuestros padres. Por eso pienso que el impacto en nuestra relación puede no ser tan grande con en la de mi amigo. Pura negación asistida por mi alcahueta mente racional.
Después, pasé a la etapa de protesta, a recriminarme por cosas que hice y que de dejé de hacer. Específicamente recordé que aunque terminamos y volvimos antes del viaje, mi posición "oficial" como novio no tenía más sustento que una vaga promesa de re-encontrarnos un año más tarde (allá, por supuesto). Sin embargo, entre la despedida y el re-encuento había un año de mutuas "vacaciones" en que cualquier baboso con acento británico y un fugaz parecido con Ewan McGregor tendría más posibilidades de rumbearse a "mi novia" que yo mismo. En resumen, fuera de la vaga esperanza de que después de haber conocido lo bueno (léase su relación conmigo) difícilmente se contentaría con menos, nada garantizaba que me esperara porque yo no había propiciado compromiso alguno (¡Tonto, tonto, tonto!). Para colmo de males, ella no se va a devolver a menos que la echen o que cumpla su propósito de trabajar y estudiar allá por varios años.
Finalmente, decidí aprender de la experiencia de mi amigo y pensar en un plan B. El vago propósito de ir a Londres dentro de un año no podía tener como única motivación saber si todavía tenía una novia esperándome para continuar nuestra relación. Me dí cuenta de que, independientemente de que congeniáramos al volver a vernos, mi viaje debía tener un propósito propio. De esta forma, si nos re-encontramos hago moñona, pero si no, al menos no voy a sentir que perdí el viaje. Por esta razón es que estoy buscando desde ahora algún posgrado allá que pueda estudiar mientras comparto mi estancia con la persona que espero volver a encontrar.
¿Quién sabe? Después de todo, tal vez la experiencia de mi amigo tenga final feliz indirectamente a través mío.
lunes, 19 de septiembre de 2005
Respuesta a la cadena "YO APOYO LA LEY"
Independientemente de lo que yo opine de Uribe y de la reelección inmediata, mis objeciones a la propuesta de quien se inventó esta cadena (la cual adjunto al final de este mensaje) son de forma:
En primer lugar, me parece grave la manipulación con la que, de entrada, pretenden ponerte contra la pared: "YO APOYO LA LEY". ¿Por qué los que se toman el trabajo de re-enviar la cadena no colocan "YO APOYO LA LEY DE REELECCIÓN INMEDIATA"? Como lo ponen, sin la aclaración, el que no esté de acuerdo con el mensaje aparece como un delincuente que no apoya a LA LEY (con mayúsculas).
En segundo lugar, el punto 2 del autor de la cadena (2. SUSTENTO POLÍTICO) también me parece un evidente intento de manipulación: "O se está apoyando a un Gobierno que ha hecho respetar el IMPERIO DE LA LEY Y LA AUTORIDAD o se está abiertamente en oposición a éste." ¿Entonces todos los demás pre-candidatos presidenciales son unos criminales? Hasta donde yo sé, ningún pre-candidato ha propuesto en su campaña cambiar o desmontar la Política de Seguridad Democrática de Uribe (que parece ser la piedra angular sobre la que se basa el deseo de la re-elección). Todas las propuestas que he oído van encaminadas a continuar con dicha Política y a hacer cambios pero en otras áreas. Entonces... ¿cómo alguien que no esté de acuerdo con la reelección inmediata va a estar EN OPOSICIÓN al IMPERIO DE LA LEY Y LA AUTORIDAD? Arrinconar psicológicamente a los demás me parece, por decir lo menos, irresponsable. Esta actitud maniquea es la que alimenta la polarización y anula el debate civilizado de las ideas como debería ocurrir en una democracia madura.
En tercer lugar, la forma de propagación que propone el autor del mensaje (colocar a los remitentes en el campo PARA) le abre la puerta a los spammers (gente que recopila cuentas de correo con cadenas como ésta para enviar correo basura). Parto de la buena fe del autor y supongo que no lo hizo deliberadamente sino por ignorancia de la etiqueta del correo electrónico. En su lugar, quienes quieran seguir la cadena con los posibles simpatizantes de la misma deberían escribir los detinatarios en el campo CCO (Copia Oculta) y más bien colocar a los promotores de la campaña en el campo PARA. De esta forma la cadena se sigue propagando exactamente con la misma efectividad pero evitando que nuestras valiosas cuentas de correo electrónico acaben en la lista de algún generador de correo basura.
Bienvenido sea el debate por las vías legales y usando la libertad de expresión promulgada por nuestra Constitución. Pero por favor RESPETEMOS A LOS DEMÁS.
>REELECCION PRESIDENCIAL YO APOYO LA LEY, SEÑORES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
>
>UN MILLÓN DE CORREOS DICIÉNDOLE A LA CORTE: SÍ A LA REELECCIÓN PRESIDENCIAL
>
>GRAN MARCHA VIRTUAL PRO REELECCIÓN DE ALVARO URIBE
>
>LA CORTE CONSTITUCIONAL NO PUEDE FRENAR EL ANHELO DE UN PUEBLO. APOYA LA
>APROBACIÓN DE LA REELECCIÓN. ALVARO URIBE DE NUEVO PRESIDENTE
>
>1. SUSTENTO JURÍDICO
>
>El postulado Jurídico de esta campaña es simple, para que todos lo entendamos.
>Nuestra Constitución Política y la gran mayoría de nuestro normatividad legal,
>se basan en los postulados de una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, en la cual las
>decisiones más trascendentales de la vida Nacional e incluso la iniciativa
>para reformar la Constitución y las leyes, tienen asiento en la participación
>directa o indirecta del pueblo. Esta es la esencia de la llamada SOBERANÍA
>POPULAR expresada en la carta Magna.
>
>Es con base en este fundamento, que un grupo de ciudadanos hemos decidido
>emprender una GRAN CAMPAÑA VIRTUAL A NIVEL NACIONAL E INTERNACIONAL para que
>los partidarios de la REELECCIÓN DEL DOCTOR
>ALVARO URIBE VELEZ para un segundo mandato al frente de los destinos de la
>nación, nos manifestemos positivamente a través del correo electrónico,
>apoyando con un SI a la Ley aprobada en el Congreso, que permite la reelección
>presidencial. - Recordemos que en Colombia mecanismos similares de
>participación ya han tenido eco, tal como la SÉPTIMA PAPELETA EN 1991
>reclamando la reforma constitucional -.
>
>Esta Ley requiere de una revisión en la CORTE CONSTITUCIONAL, la cual se
>pronunciará en los próximos días y que de ser un pronunciamiento negativo NO
>PERMITIRÁ LA POSIBILIDAD DE QUE NUESTRO PRESIDENTE, Y LOS
>FUTUROS, SE CANDIDATICEN PARA UN NUEVO PERIODO.
>
>No dejemos que con una simple "LEGULEYADA" de las que abundan en nuestro
>medio, los opositores de Uribe - esto es la politiquería- se salgan con la
>suya y la C.C. con algún argumento insignificante nos corte de plano esta
>aspiración a la gran mayoría de los colombianos.
>
>2. SUSTENTO POLÍTICO
>
>El momento por el que atraviesa la patria no admite ambigüedades. Se es o no
>se es en materia de gobernabilidad. El momento político no admite dudas. O se
>está apoyando a un Gobierno que ha hecho respetar el IMPERIO DE LA LEY Y LA
>AUTORIDAD o se está abiertamente en oposición a éste. (Respetamos obviamente a
>aquellos que lo hacen).
>
>Nosotros, los que hemos creído en esta propuesta y en la labor presidencial de
>RECUPERAR LA SEGURIDAD EN UN PAÍS DONDE ANTES LOS GRUPOS AL MARGEN DE LA LEY
>IMPONÍAN LA LEY DE LA INTIMIDACIÓN
>PERMANENTE, no podemos dudar y tenemos el deber ciudadano de apoyar con todos
>lo mecanismos legales, la gran posibilidad que tenemos de prolongar el mandato
>a nuestro Presidente y darle continuidad a sus políticas de SEGURIDAD
>DEMOCRÁTICA, la cual ya está dando sus frutos con el gran respaldo
>internacional que viene ganando Colombia, con la llegada de inversionistas
>extranjeros y con el clima de confianza que poco a poco vamos sintiendo los
>Colombianos de toda condición social.
>
>3. CAMPAÑA PARA EL ENVIO DE CORREOS CON DESTINO A LA CORTE CONSTITUCIONAL.
>
>La campaña se inicia desde hoy hasta el 25 de Septiembre de 2005. Esta campaña
>busca recolectar, organizar y enviar a la CORTE CONSTITUCIONAL. La mayor
>cantidad de correos electrónicos posibles - NUESTRA META ES AL MENOS UN MILLÓN-
> de empresarios, académicos, lideres sociales, organizaciones sociales,
>estudiantes y ciudadanos en general, manifestando a la CORTE CONSTITUCIONAL
>nuestra voluntad soberana de que la LEY DE REELECCIÓN PRESIDENCIAL no se caiga
>por cualquier vicio de trámite anodino o formalismos intrascendentes, tan
>comunes en nuestro país, y que se respete la esencia de la misma, la cual
>consiste en permitir que aquellos buenos gobernantes puedan postular su nombre
>para buscar la reelección con el voto popular y seguir sirviendo
>eficientemente a la patria.
>
>Los correos enviados no requieren de información personal del titular del
>correo electrónico. Los únicos datos se colocan en ASUNTO como lo mostraremos
>a continuación. Solo se permite un mensaje por cada correo electrónico, bajo
>el supuesto que sustentaremos ante la corte de que cada correo electrónico
>corresponde a un Colombiano que se ha querido pronunciar por este medio de
>comunicación. Por lo tanto direcciones de correo que se repitan, se anulan.
>
>Para que la campaña se multiplique ágilmente por todo el territorio nacional,
>le proponemos que siga los siguientes pasos, reenviando este mismo mensaje a
>la mayor cantidad de amigos posible:
>
>1. En la opción PARA colocar las direcciones de dos, tres o más amigos
>Uribistas y/o reeleccionistas, separadas entre sí por un PUNTO Y COMA (;). En
>este esfuerzo radicará el éxito e impacto de la campaña para que se difunda
>rápidamente. A mayor número de correos mayor difusión.
>
>
>2. En la opción CC o sea copia, colocar nuestra dirección,
>ciudadanosuribistas2@gmail.com , en donde acopiaremos, organizaremos y nos
>ecargaremos de lo relacionado con el envío de los correos tanto en medio
>escrito como magnético a la Honorable Corte Constitucional, con la respectiva
>sustentación y peticiones.
>
>
>3. En la opción ASUNTO de tu correo, coloca esta frase o algo similar que
>denote tu apoyo a la reelección: REELECCIÓN PRESIDENCIAL YO APOYO LA LEY,
>SEÑORES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.
>
>
>4. ENVIAR.
jueves, 18 de agosto de 2005
Terror en el aire e intolerancia en tierra
Todavía tembloroso por el sobresalto, levanté la mirada por encima del asiento delantero y confirmé mis peores temores: una señora de mediana edad rebuscaba afanosamente en su bolso al insistente aparato que no paraba de sonar. Al parecer, quien quiera que estuviera llamando a la señora conocía el axioma No.1 de la llamada al celular de una mujer: siempre debes marcar dos veces, la primera para que el pobre aparato se haga oír desde el fondo de la montaña de chucherías de donde debe ser rescatado, y la segunda para que la susodicha tenga oportunidad de contestar.
A pesar de que creí que ya lo había visto todo en materia de indolencia, la señora finalmente hizo emerger el aparato de su profundísimo bolso y ¡se puso a hablar tranquilamente con su interlocutor sin siquiera sonrojarse! De nada sirvieron las miradas asesinas que le dedicamos todos vecinos de pasillo. La señora habló tranquilamente como si estuviera en la sala de su casa en lugar de estar poniéndonos a todos en peligro al interferir con su llamada en las comunicaciones del avión, vitales en las condiciones de escasa visibilidad en las que estábamos volando. Cuando estaba a punto de quitarme el cinturón de seguridad para levantarme a reclamarle por su imprudencia, la señora finalmente colgó.
En ese momento pasé del susto a la franca indignación. ¿Cómo es posible que alguien fuera tan irresponsable? ¿O sería asombrosamente bruta? Una cosa es que a uno se le olvide apagar el celular cuando llega tarde a cine, pero otra muy distinta es que se haya hecho la loca después de que las azafatas advirtieran ¡dos veces! que se debían apagar los teléfonos. Yo he sabido de gente desconsiderada a quien no le importa poner en peligro la vida de otros, pero ¿y la suya propia? Esa vieja definitivamente se ganó el Guinness Record en las categorías de "negligencia" y "estupidez autodestructiva".
Fue entonces que me hice consciente de que no soy tan tolerante como creía ser. Yo puedo respetar a alguien que tenga uno posición distinta de la mía siempre y cuando tenga argumentos, o que por lo menos esté convencido de la validez de sus motivos. Ahí mi tolerancia acepta que se escuchen todas las voces y que todos nos veamos enriquecidos por las perspectiva que da contar con puntos de vista diferentes. Sin embargo, mi umbral de tolerancia acaba donde la gente hace cosas (o deja de hacerlas) por negligencia, por estupidez o por pereza, pues como dice Fito: "No es bueno hacerse nunca de enemigos que no estén a la altura del conflicto".
jueves, 28 de julio de 2005
Más fotos de vuelo en parapente
Sobre "Führer", biografía novelada de Hitler
Después de varios años en que comenzaba libros sin llegar a acabarlos, por fin logré terminar Führer de Allan Prior. Ya antes había mirado con ganas algunos libros sobre Hitler y el Tercer Reich, pero éste me llamó la atención porque, sin abandonar la rigurosidad histórica, el autor reconstruye episodios e hipótesis no comprobadas por los historiadores. Eso no significa que se haya inventado cosas de la nada, sino que intenta enlazar los cabos sueltos que quedan de los testimonios de las personas que rodearon a Hitler y al surgimiento del nazismo. Entre muchos aspectos interesantes que encontré en la obra, me gustaría resaltar dos:
El primero es que le dio al personaje un trasfondo creíble, que de alguna manera explica (mas no justifica) muchos de los comportamientos y posiciones extremas del Führer. Para mí esto representa un giro de 180 grados con respecto a las obras de ficción que había conocido con anterioridad, ya que escapaban por poco de retratar a Hitler como la encarnación del mismísimo demonio.
Es en estos casos donde se aplica perfecto el viejo dicho que dice "la Historia la escriben los vencedores" con ejemplos que se remontan hasta la pre-historia: los troyanos retratados por los aqueos que los vencieron, los persas por los macedonios, los cartagineses por los romanos, los musulmanes por los cruzados, los aztecas e incas por los españoles... Y claro, como los alemanes fueron los vencidos, la Historia que nos escribieron los Aliados nos los pinta como monstruos desalmados para de alguna manera justificar cualquier exceso cometido en el proceso de combatirlos. Claro que los nazis hicieron hasta lo inimaginable para ganarse el odio de toda Europa, pero resulta curioso que después de la guerra todo el mundo se hiciera el loco con respecto a los campos de concentración de Stalin (uno de los Aliados), que no eran muy diferentes de los de los nazis. Éstos sólo vinieron a ser condenados públicamente en occidente cuando la Unión Soviética pasó de Aliado a convertirse en el ?Eje del Mal? según los gringos. Un ejemplo más reciente es el de la prisión de Abu Ghabi en Irak, donde los abusos cometidos contra los prisioneros políticos están plenamente justificados por los guardianes norteamericanos. Sin embargo, cuando la prisión estaba ocupada por los contradictores de Saddam, los mismos abusos cometidos contra los prisioneros eran algo inadmisible para Occidente y no hacían más que confirmar que el dictador era un monstruo. ¿Dónde está la diferencia? ¿Acaso me perdí de algo? Obviamente hay diferencias en los dos casos, pero creo que la que prima es que el anterior dueño de la prisión fue derrotado por sus actuales propietarios.
Volviendo al libro, el segundo aspecto interesante gira alrededor de los detalles sobre las posibles enfermedades de Hitler. El autor se basa en numerosos testimonios para proponer que muchos aspectos del comportamiento de Hitler corresponden a los síntomas de una paranoia rayana en la esquizofrenia y a los efectos secundarios de una enfermedad venérea como la sífilis.
Efectivamente, el comportamiento de Hitler sugiere que tendía a ver las cosas y las personas, no como realmente son, sino a través de un modelo mental. Hace poco un amigo me recordó que "el mapa no es el territorio", y tal parece que al Führer le costaba distinguir entre ambos. Al parecer lo real para él era la película en la que se había montado, donde las personas, las cosas y las naciones no existían más allá de las dimensiones en que él los había categorizado, ni tenían matices pues percibía todo en blanco y negro (especialmente negro cuando se trataba de lo que no fuera puramente alemán). Esto fue probablemente lo que lo llevó a subestimar a "las hordas subhumanas" que acosaron a Alemania hasta vencerla, puesto que el único atributo que les veía a los rusos en su imagen mental era el de ser uno de los tantos enemigos que buscaban destruirlo (aquí aparece su paranoia), desconociendo que pudieran tener perseverancia o afán de supervivencia, atributos que creía inherentemente alemanes.
En resumen, la obra resulta bastante entretenida porque retrata a un personaje con una complejidad que trasciende la caricatura que nos pintaban en Popeye o en el Capitán América, con un trasfondo que resulta convincente, fruto de la decorosa objetividad del autor (lo cual resulta notable dado que su propio padre luchó contra el regimiento donde sirvió Hitler en la Primera Guerra Mundial). Es decir, el caso de Hitler no fue el caso aislado de un loco que un día se levantó decidido a hacer el mal, sino más bien el de un fanático que aprovechó las oportunidades que las condiciones políticas y socioeconómicas de la época le ofrecieron para cumplir lo que creyó su destino. Esto significa que si Hitler no hubiera existido, muy posiblemente algún otro hubiera aparecido para aprovechar dichas condiciones. Así mismo, también significa que si las condiciones vuelven a presentarse puede que la historia se repita, puesto que los fanáticos no faltan y quizá lo único que necesiten es un entorno convulsionado.
jueves, 14 de julio de 2005
Lo que aprendí de la democracia chilena
Mi reflexión sobre esta noticia es que están desmontando con mucho esfuerzo el gorila que Pinochet les montó en su institucionalidad, para someterse otra vez a los inconvenientes que trae funcionar como una democracia. Esto no deja de ser curioso porque Chile vivió en carne propia las consecuencias de una dictadura militar, que trajo un envidiable desarrollo económico ayudado en gran parte por dólares del Imperio (a Pinochet lo acusaron de enriquecimiento ilícito por millones de dólares), pero a un precio tan alto que al parecer los chilenos de hoy hubieran preferido no pagar.
A la luz de lo anterior, el caso colombiano no deja de ser exótico: después de ser una de las democracias más antiguas y continuas del continente (apenas dos dictadores en toda su historia), los Uribistas están clamando por la re-elección INMEDIATA de su mesías, demostrando así una visión cortoplacista que no tiene en cuentas las repercusiones futuras de esta figura. Ahora, no estoy diciendo que lo que es bueno para los chilenos sea también bueno para los colombianos. Obvio que hay diferencias, pero por lo menos el caso de Chile nos sirve como referente para pensar que después de haber probado la fórmula de la extrema derecha (decisiones rápidas, resultados inmediatos y cero tolerancia al cuestionamiento de la autoridad) ellos pueden tener algo que enseñarnos sobre el tema. Y pienso que el hecho de que estén luchando por salir de la extrema derecha para someterse a los vaivenes de la democracia es algo de lo que deberíamos aprender.
Democracia representativa no significa sólo que la mayoría elija a quien vaya a gobernar a la sociedad. Además necesita mecanismos que desestimulen los abusos de los que tienen poder sobre los que no lo tienen, como:
- períodos de gobierno definidos y no muy largos para que la rotación de los gobernantes se dé mediante la transferencia del poder (por las buenas).
- reglas del juego establecidas de antemano que rijan para todos y no de acuerdo a las conveniencias del momento o de las personas de turno para que la gente pueda prever las consecuencias de sus acciones.
- manejo público de los asuntos públicos para que el pueblo pueda fiscalizar.
- separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para que haya control descentralizado.
Una dictadura puede ser muy atractiva para quienes sueñan con un Estado más eficiente y que pueda mostrar resultados inmediatos, sin tanto debate y sin pedir tanto permiso. Pero esta forma de gobierno tiene el mismo problema que las monarquías: la calidad del gobierno depende de la calidad del monarca de turno. Si el gobernante es bueno, se espera que el gobierno así mismo sea bueno, pero si resulta ser malo, no hay mecanismos para cambiarlo por otro mejor. Ahora los uribistas ven con mucho entusiasmo la posibilidad de que Uribe permanezca largo tiempo en la presidencia y ojalá con más poder, pero tal vez no se dan cuenta de que así también le están abriendo la puerta a que otros personajes menos idóneos se aprovechen de las reformas hechas a la medida de Uribe.
Por mi parte, creo que, como todas las cosas que valen la pena, el camino difícil es el que más posibilidades tiene de obtener resultados duraderos a largo plazo: formar verdaderos partidos políticos que defiendan una filosofía de gobierno y que le den continuidad más allá de las personas.
miércoles, 6 de julio de 2005
Las raíces del miedo
En primer lugar, propongo el miedo a perder aquello a lo que estamos apegados, que nace de la creencia de que nuestra felicidad está sometida a la posesión de cosas o de relaciones con otras personas. Pensar de esta forma es la que nos lleva a un ataque de pánico al imaginarnos sin celular por un par de días o tras una catastrófica caída de Internet que nos aleje del correo electrónico. Como con todas las adicciones, ya sea a la coca-cola, al combo 1 (tinto + cigarrillo) o a otras variantes recreativas de origen vegetal, decimos que podemos dejar nuestros apegos cuando queramos, que no controlan nuestras vidas.
Como muy bien expuso Adapar el desapego sería la única forma de vencer esta expresión del miedo. Uno de los preceptos fundamentales del budismo dice más o menos que el deseo (entendido como apego) es la raíz del sufrimiento. Si nos desapegamos, si nos preparamos para dejar libres aquellas cosas o personas que queremos, en teoría podremos amar sin caer presas del miedo a perder. Fácil, ¿no?
En segundo lugar, podríamos hablar del miedo a lo desconocido. Yo diría que bien manejado, este tipo de miedo es la voz de la prudencia que no está de más escuchar. Sin embargo, repito que hay que saberlo manejar porque las situaciones desconocidas son fuentes de amenazas pero también de oportunidades. Si nunca sobreponemos nuestro temor a lo desconocido jamás conoceremos a personas fuera de nuestro círculo ni conoceremos otras opciones distintas a las que los comerciantes y políticos nos quieran meter por los ojos. Esta clase de temor es el combustible (aunque no la única causa) de la xenofobia, de las luchas de clases y de la violencia.
Creo que aquí la clave está en correr riesgos calculados, aunque de vez en cuando no viene mal un salto al vacío, ¿cierto? Pienso que en la medida en que vayamos teniendo éxitos y que vayamos comprobando que un estrellón no es el fin del mundo, nos vamos tomando confianza para perderle el miedo a lo desconocido.
En tercer lugar, yo propongo el miedo a lo que no nos gusta de nosotros mismos. Los mejores ejemplos que se me vienen a la memoria son el vecino de "American Beauty" y Adolf Hitler. En el primer caso, el tipo le tenía un terror inconcebible a aceptar su propia homosexualidad, por lo que trataba de reprimirla rayando ya en lo obsesivo. En otras palabras, homofóbico por fuera, pero gay vergonzante por dentro. En el caso de Hitler, algunos han tratado de ver en su odio por los judíos algo más que otro ejemplo más de su oportunismo descarado (dijo lo que muchos Alemanes querían oir). Algunos investigadores han especulado acerca de que Hitler tuviera, al menos en parte, sangre judía o gitana, lo cual podría explicar por qué buscaba distinguirse de estas etnias convirtiéndose en un entusiasta perseguidor de minorías, también llegando a extremos obsesivos. Tal vez Hitler creía que siendo pelinegro y bajito (todo lo contrario de sus SS monos, altos y ojiazules) era la única forma de que a nadie se le ocurriera acusarlo de ser judío. ¿Quién sabe?
Aquí creo que toca hacer de tripas corazón y darse la pela de conocerse a sí mismo. Si hay algo en nosotros que no nos gusta, nunca dejaremos de verlo reflejado en todo lo que nos rodea, por lo que la mejor jugada parece ser aceptarse a sí mismo como uno es. Si hay algo que podamos hacer para cambiarlo, perfecto (un régimen de abdominales suelen ser el remedio para el ?síndrome de Michelín?), pero si no es así, la aceptación suele ser la única salida para convivir con las cosas de las que no podemos alejarnos.
¿Habrá otros tipos de miedo?
jueves, 30 de junio de 2005
Lo que aprendí a bordo de un parapente
La primera vez me tocó un vuelo tranquilo (tal vez demasiado tranquilo) al final de la tarde, cuando ya no había casi viento; la experiencia fue bastante plácida y, hasta cierto punto, espiritualmente gratificante. Por esa razón esta última vez me lancé confiado, con la arrogancia que da enfrentarse a un reto ya conocido y calmando los "injustificados" temores de los compañeros que iban a volar por primera vez.
Craso error. Lo que noté a los dos segundos de abandonar la seguridad del suelo era que las condiciones de vuelo eran muy diferentes de las de mi primer vuelo: viento fuerte y 'rachudo' (inconstante) en un día bastante soleado. Como consecuencia, el sol calentaba el aire y producía abundantes 'termales' (corrientes ascendentes) que nos hacían subir de manera imprevista. En conclusión, un ambiente aterrador para un primíparo como yo que se asusta asomado a un tercer piso.
Para no protagonizar un espectáculo vergonzoso me abstuve de gritar; más bien trataba de inhalar profundo y exhalar lentamente para calmar mi ritmo cardíaco (en ese momento el corazón me latía a millón) cada vez que una termal nos arrastraba hacia arriba. La ascención en sí misma no asusta, pero cuando se acaba la termal por unos pocos milisegundos uno queda literalmente "en el aire" porque la gravedad te obliga a bajar de nuevo y se tiene una ligera sensación de vacío. Con voz entrecortada le dije al piloto que hubiera preferido un vuelo más tranquilo (se pilló que yo estaba más paniqueado que un gato en perrera municipal) con lo que me empezó a tranquilizar hablándome todo el tiempo de lo que estaba pasando.
Tratamos de aterrizar varias veces, pero las termales volvían y nos subía. Opté por aceptar lo inevitable y me relajé cuanto pude. Allí me dí cuenta de que cuando uno se deja llevar las cosas fluyen con naturalidad, como el parapente entre las corrientes de viento. El solo cambio de mentalidad me cambió totalmente la experiencia y pude de verdad disfrutar del vuelo.
Finalmente aterrizamos y contrario a mis expectativas (creí que me arrodillaría a besar la tierra firme) llegué muy animado. La experiencia había sido mucho más emocionante de lo que había imaginado.
Lo que aprendí tiene que ver con el miedo. Si me hubiera enfrentado a la experiencia con el miedito normal que supone dejar que tu vida quede literalmente pendiendo de unos hilitos, las pocas expectativas que pudiera tener se desvanecerían ante las sensaciones reales (el vértigo, el temor atávico a no tener el control). Pero como yo supuestamente ya era un curtido veterano del vuelo en parapente, ya tenía unas expectativas muy sólidas a las que me aferré desesperadamente. En conclusión, igual hubiera sentido miedo, pero sin prevenciones seguramente lo hubiera controlado más rápido.