viernes, 22 de diciembre de 2006

¿Vale la pena tener una amante?


Silvia propone en su bitácora que "si conseguir novio es difícil, es más complicado conseguir un amante, se requiere de un perfil más alto, de una incondicionalidad mayor que la de un novio y de una permanente picardía suprema a la de una relación de pareja". Me declaro vehementemente en desacuerdo.
          Primero que todo, pienso que la condición de amante no implica necesariamente sexo. Para mí, buscamos una amante para satisfacer algún tipo de pasión, que no necesariamente debe ser física (como bailar o jugar tenis) sino que también puede ser intelectual (como jugar Monopolio, hablar de mitología, de historia, de cine o de las implicaciones antropológicas del último capítulo de los Simpson). Una buena amante, independientemente del sexo, es alguien con quien es rico compartir el tiempo, que se las ingenie para que en cada encuentro uno desee no estar en otro lugar distinto que allí con ella. Una buena amante es alguien que se ría con uno y (muchisisisisímo más importante) que se ría con los chistes bobos de uno. Claro, para quienes pensaban que para ser amante bastaba con tirar rico y ya, de pronto sí coincido con Silvia en pintar un perfil muy alto.
          Sin embargo, estoy en desacuerdo porque creo que de una buena novia se debería esperar un perfil todavía más alto que el de amante, no al revés.
          En primer lugar, una amante sólo está con uno en los buenos momentos (obvio, se trata de pasarla RICO), y lógicamente se pierde si uno está en la mala, por lo que no es para nada incondicional sino al revés. Por el contrario, de una novia esperaría que sea lo suficientemente fuerte como para sostenerme cuando esté triste, para aunque sea llamarme a preguntar cómo estoy cuando me enferme, y lo suficientemente madura para dejar a un lado su orgullo y dejarse ayudar cuando tropiece o dejarse consentir cuando la asalte la melancolía. A una amante no la veo en ese plan.
          En segundo lugar, cuando uno está en plan de amante busca encontrarse sólo cuando le resulta cómodo, por lo que no es tan difícil lucir siempre relajado, de buen ánimo, con cosas nuevas para contar o con trucos diferentes para descrestar. En cambio con una novia lo que se busca es compartir tanto tiempo de calidad como sea posible, por lo que creo que es aun más retador no repetirse ni dar papaya a que su pareja se aburra. Con una novia toca negociar los espacios, los tiempos, los recursos y las actividades, por lo que sería bueno tener al lado a alguien lo suficientemente fuerte para no dejarse pisotear, pero lo suficientemente sensata como para conciliar cuando las prioridades o los gustos no coincidan.
          En tercer lugar, creo que una buena amante es con la que uno tiene gustos en común. Incluso si se tienen puntos de vista diferentes y lo que se hace con la amante es discutir, lo que les resulta atractivo al uno del otro es justamente que comparten esa pasión por el debate. En cambio con una novia, además de los gustos en común yo lo que encuentro más atractivo son las diferencias. Una buena novia es capaz de aprender de lo que lo apasiona a uno, y además lo hace a uno emocionar con lo que la apasiona a ella.
          Por último, pero no por eso menos importante, encontrar a alguien con quien uno pueda tirar rico no tiene precio, llámese novia o amante. El buen sexo no empieza en la cama sino muchísimo antes, y si uno encuentra a alguien con quien pueda jugar por horas y hasta por días (por teléfono, por MSN, en encuentros fugaces de pasillo) antes de repasar el Kamasutra, pues yo creo que vale la pena tener una amante.
          Yo creo que una buena candidata a novia debe también calificar como amante. Evidentemente si uno está pidiendo tanto, es porque considera que como mínimo puede dar también lo mismo a cambio. Y no creo que esté pidiendo imposibles. Tal vez, simplemente quedé tan malacostumbrado con mi última relación que ya no me transo por menos.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Viviendo con diecisiete pingüinos

Como todo personaje que juega a ser adulto viviendo independientemente, hace dos meses me dispuse a pagar los servicios públicos de mi apartamento. Mientras el recibo del teléfono era fiel reflejo de mi uso irresponsable de Internet, el del agua parecía un mal chiste: $260.000. Efectivamente la lectura indicaba que yo había pasado de un promedio mensual de consumo de 3 m3 de agua a 14 m3 de un mes para otro.
          Escéptico por naturaleza, revisé minuciosamente cada uno de los grifos, tuberías visibles e inodoros (me demoré 20 segundos; así de grande es mi apartamento). Nada. Ni siquiera una baja de presión o una pared húmeda que insinuara una fuga. Pregunté a los vecinos, pregunté a los porteros. Más nada.
          Empezaron a atormentarme toda clase de hipótesis exóticas, pero rápidamente tuve que descartar que el nunca instalado calentador espontáneamente se hubiera conectado a la tubería y empezado a chupar agua (cuando lo revisé me trató con su habitual indiferencia). Tampoco encontré evidencia de alguna banda de pingüinos sedientos agazapada en mi congelador que hicieran de las suyas durante mi ausencia. Me fui a quejar a las empresas municipales y el funcionario se extrañó por el aumento de consumo tanto como yo. Le pareció tan raro que de inmediato supo que tenía que haber algún error y me dijo que iba a investigar.
          Un mes más tarde me llegó la siguiente factura reportando 102 m3 de consumo de agua. ¡¡¡ 102 m3!!! Cuando creí que ya nada podía sorprenderme, el mes siguiente llegó por 235 m3. Completamente escandalizado, me empecé a imaginar a tres hipopótamos retozando en un estanque llenado con agua de mi apartamento.
          Esta vez escribí una carta airada, que la funcionaria ni siquiera miró. Cuando vio en su pantalla el reporte de los 235 m3 me preguntó:
          - ¿Cuántas personas viven en el predio?
          - … ¡¡¿QUÉ?!! ¿Es que no sabe dividir? Ni aunque viviera con diecisiete pingüinos, tres hipopótamos y una ballena asesina me podría gastar ¡¡235 m3 en un mes!! , pensé para mis adentros ― . Señora, yo vivo solo, el predio es un apartamento que ni siquiera tiene calentador de agua, y no hay ninguna fuga perceptible que justifique ese consumo. El mes pasado solicité revisión y no pasó nada.
          - Ahhhh... Aquí dice que un día fueron y no atendió nadie. ¿Por qué no atendieron?
          - ... ¿No le acabo de decir que vivo solo? ¿Quién quería que abriera cuando estoy trabajando? ¿Uno de mis diecisiete pingüinos?, pensé. ¿Qué días van? Si me avisan, yo me puedo programar y no ir a trabajar ese día.
          - Ah no, ellos van cuando les asignen el turno; imposible saber antes.
          Para que no me ganaran las ganas de gritar lo que estaba pensando me fui con la promesa de que iban a investigar y que esta vez me llamarían antes para verificar que estuviera para atenderlos. A las dos semanas me llamaron, fueron y detectaron una fuga antes del buitrón. Todavía no entiendo cómo una fuga antes del contador me estaba marcando consumo, pero en todo caso en la administración de la unidad se encargaron de repararla. Vinieron, rompieron y me dejaron sin agua durante dos días mientras secaba el cemento.
          No recuerdo haber pasado dos días más largos. Aunque tenía la opción de irme a duchar al apartamento de mi mamá, mi vida no era la misma. Tenía que traer agua embotellada para regar mis matas y cepillarme los dientes en la oficina. Pero lo peor era no poder hacer uso del mueble principal del baño.
          Aclaremos algo. El sexo me gusta tanto como al resto del género masculino, pero no creo que haya mayor placer que descargar el intestino inmediatamente después de estar urgido. Por eso me causaba una intensa sensación de privación no poder usar mi baño durante esos dos largos días. Claro, podría usar los baños de la oficina o el del apartamento de mi mamá, pero es que yo no me siento cómodo en un inodoro que no sea el mío.
          Es como ir a cine. Parte de la experiencia es la comida, el sonido, el ambiente, no sólo la película. En la ida al baño el placer no es completo a menos que uno pueda gritar impunemente el correspondiente gemido de alivio cuando la transferencia se ha completado. Taponar un baño ajeno del cual desconozco la capacidad de evacuación también es algo que me inquieta.
          Una lágrima me asomaba por el rabillo del ojo cuando miraba la puerta de mi baño, sabiendo que el fin de mis penas estaba tan cerca y a la vez tan lejos. Tuve que todo mi poder de autoengaño para visualizar a mis imaginarios diecisiete pingüinos, furiosos, acuartelados tras la puerta cerrada de mi baño para ayudarme ahuyentar la tentación de entrar. Fue horrible.
          Los dos días pasaron, pude abrir nuevamente la llave de paso y mi baño y yo volvimos a encontrarnos. Creo que desde que Gokú llegó por fin a Namekuseí no había sido tan feliz.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Los lujos que Pinochet y Yunus tienen en común

El ex dictador chileno Augusto Pinochet murió ayer a la edad de 91 años, durando más que otros colegas suyos en el negocio de los gobiernos totalitarios, como Nerón, Calígula, Stalin o Hitler. No creo que el chileno haya invertido US$1000 mensuales para frenar el envejecimiento a punta de inyecciones de la hormona del crecimiento humano, pero sin duda logró fabricar para sí unas condiciones mucho más favorables que las que lograron sus predecesores, quienes debieron lidiar con asesinos acechándolos por todas partes.
          Cuando Pinochet fue detenido en Londres y enjuiciado a su regreso a Chile quedó claro que más de uno tenía ganas de encarcelarlo, pero realmente no creo que haya enfrentado muchos atentados contra su vida después de entregar el poder. La impresión que tengo es que un hipotético asesino hubiera causado más rechazo que simpatía entre la sociedad civil porque se supone que en las democracias el derecho a la vida no es un privilegio de los poderosos sino un bien común a la población en general.


Los lujos son algo relativo
Entre más retrocedemos en el tiempo, es más claro que una tranquilidad similar sólo hubiera podido comprarse con mucho dinero: probadores de comida para prevenir envenenamientos, dobles idénticos para desviar atentados a distancia, fortificaciones y guardias malencarados para evitar el acceso no autorizado, y un largo etcétera.
          Hay otros ejemplos de cosas que hoy damos por obvias, que defendemos como derechos, pero que hace tiempo hubieran sido considerados lujos obscenos. Pensemos por ejemplo en el hielo: para disfrutar de una bebida helada en una tarde calurosa sólo tenemos que sacar unos cubitos de la nevera, es decir, algo cotidiano para al menos la mitad de la población. Pero en la época de Cristo sólo unos poquísimos romanos muy ricos podían darse el lujo de probar el hielo porque debía traerse de las montañas con un esfuerzo tan grande que hubiera servido para alimentar a varias familias durante semanas. Tal vez refrescarse con hielo era un lujo tan banal y costoso para los palestinos del común que lo hubieran considerado incluso inmoral, pero entonces ¿por qué nosotros lo aceptamos sin problema?
          La respuesta es que un lujo sólo es ofensivo cuando no se tiene acceso a él. Una mandarinada de $7000 en Andrés Carne de Res nos parece estrafalaria (así haya estado BUENÍSIMA) cuando pensamos que por esa plata podrían almorzar dos personas. Y ni hablar de lo que cuesta una cena en el restaurante más caro de Nueva York. Yo no tengo problema con que la gente coma rico, el problema es que no es un gusto ampliamente garantizado.
La prueba está en que para que unos pocos podamos pasarla bueno, muchos otros deben pasar privaciones. Yo me considero una persona con un estilo de vida bastante sencillo, pero según mi huella ecológica se necesitarían dos y medio planetas Tierra para proveer hoy los recursos que permitieran a toda la población mundial vivir como yo. Y si esa es la situación con mi modesto estilo de vida, ¿se imaginan cuál es la huella ecológica de esos monstruos desconsiderados que tienen el descaro de andar en carro, vivir en una casa de dos pisos y bañarse con agua caliente? Como Tierra sólo hay una, la única forma en que la ecuación cuadre es reconociendo casos como el de Colombia, donde el 40% de la población está por debajo de la línea de pobreza, o sea que consumen muchísimos menos recursos que quienes leen esta bitácora.


Democratizar los lujos sí se puede
Sin embargo, de vez en cuando aparecen iniciativas que convierten los lujos en bienes cotidianos. Hace poco más de 10 años acceder a BitNet (predecesor de Internet) era un lujo que sólo los estudiantes de electrónica con proyectos de investigación en robótica podían darse (al menos en la Javeriana de Cali). Ahora al menos el 10% de la población mundial tiene acceso frecuente a Internet, y casi cualquiera puede pagar $2000 por media hora de acceso en un cibercafé.
          Así mismo, el movimiento de software libre ofrece sin costos de licenciamiento alternativas muy buenas al carísimo software propietario de empresas como Microsoft y Oracle. Estas compañías han considerado este movimiento tan exitoso que han comenzado a imitar algunas de sus prácticas y hasta a ofrecer versiones gratuitas de sus productos estrella. Claro, el acceso al software de calidad sigue sin ser un bien universal, pero al menos ya no es privilegio de algunas compañías muy ricas.
          Otro ejemplo que encuentro inspirador es el de varios alcaldes de Bogotá que le apostaron a invertir la platica de los impuestos en parques, vías peatonales, ciclovías y sistemas de transporte masivo que logra democratizar un poco lo que antes era privilegio de los accionistas de clubes campestres y propietarios de carros particulares. Al fin y al cabo, el aire puro y menos congestión en las vías es algo que beneficia a todos, incluso a los que tan fieramente se opusieron a los bolardos de Peñalosa, es decir, los mismos accionistas de clubes campestres y propietarios de carros particulares.
          Sin embargo, el ejemplo que me parece más impactante es el del Grammen Bank de Bangladesh y su fundador Muhammad Yunus, que recibieron ayer el Premio Nobel de la Paz. ¿La razón? Lograron convertir un lujo (el acceso al crédito bancario) en un recurso al alcance de los más necesitados. Ha sido tan exitosa esta iniciativa que lo que en un principio era sólo un proyecto de interés social demostró ser un buen negocio, tan interesante que ahora los bancos comerciales están disputándole los clientes que antes no querían.
          En conclusión, el caso de Pinochet demostró que la institucionalidad que él despreció le permitió morir ayer de causas naturales, debido a que la protección que antes era un lujo de los poderosos se democratizó hasta volverse un bien (en teoría al menos) universal. De manera similar, Yunus y su banco fueron galardonados ayer por demostrar que un lujo como el acceso al crédito tiene un impacto mucho mayor cuando se democratiza para que todos podamos beneficiarnos.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

¿Rodear a Apretadito?

Vladdo 2006. Tomado de Revista Semana No.1280


Desde hace varias semanas Vladdo ha venido publicando una serie de caricaturas que muestran a Uribe en el rol de 'Apretadito', protagonista de unos comerciales que nunca puede estar a sus anchas porque siempre le acomodan más gente en su espacio. Particularmente, el escándalo reciente por el destape de nexos de políticos y funcionarios uribistas con el paramilitarismo, han hecho aparecer al Presidente cada vez más apretadito.
          El escándalo ha sido tan grave, que la senadora liberal Piedad Córdoba ha pedido la renuncia de Presidente. A su juicio, no es moralmente defendible que un funcionario con tanto poder y responsabilidad siga en su cargo cuando tantos de los colaboradores y simpatizantes por los que ponía la mano en el fuego hayan resultado detenidos, investigados o acusados por su relación con paramilitares. Y aunque no es la primera vez que se propone la renuncia de un funcionario cuestionado, éstos han afrontado la situación haciéndose los locos o asumiendo su responsabilidad.



Vladdo 2006. Tomado de Revista Semana No.1282


          Al menos el ex gerente interventor de Emcali, cuando fue acusado de contratación indebida, tuvo la decencia de renunciar a su cargo para no afectar a la institución que logró volver rentable y eficiente después de haber sido considerada desahuciada por el sistema financiero y candidata a privatización. Renunciar al cargo no significa reconocer culpa alguna por las acusaciones, a pesar de la actitud de Ernesto Samper que puso la defensa de su buen nombre por encima de los intereses del país. Renunciar al cargo en estas circunstancias tiene una razón práctica: el acusado no levantará sospechas de estar presionando a sus subalternos para que tapen cualquier irregularidad, ni perderá tiempo de trabajo en juzgados o ante la prensa. La institución debería ser la prioridad porque presta un servicio a la comunidad, y esa función no debería ser afectada por la situación particular de un funcionario, por importante que éste sea.
          Por eso me asombran las declaraciones de varios oyentes de La W, que siguen manifestando cosas como "Hay que apoyar al Presidente". ¿Cómo así? Yo entiendo que uno apoye a un hermano que esté investigado (como fue el caso de Daniel Samper Pizano o el actual de la Canciller Araújo), pero se supone que un funcionario del Ejecutivo es un empleado público, al cual se le está pagando por su trabajo y que debe responder por sus acciones. A un familiar se le quiere y se le apoya más allá de cualquier embarrada, pero parece que muchos uribistas están confundiendo al funcionario público con el personaje que les llegó al corazón prometiéndoles lo que querían oír y actuando como les gusta ver (independientemente de sus efectos a largo plazo).
          Personalmente, yo no llegaría tan lejos como Piedad Córdoba. A pesar de los rumores insistentes y las suspicacias que Uribe despierta en cuanta ONG existe, hasta ahora de lo único de lo que se lo puede acusar es de no saber escoger sus compañías. Por eso lo único que yo pediría es que como colombianos rodeemos a las instituciones que nos prestan un servicio (la Presidencia, el Congreso, la Fiscalía, el Ejército) antes que a los funcionarios. Uribe como Presidente debería claramente tomar distancia de todos los acusados de nexos con el paramilitarismo para que la Presidencia como institución (que es lo que realmente nos debe interesar a largo plazo) quede salvaguardada de toda sospecha. Como dijo Cayo Julio César, un personaje con quien Uribe a mi parecer tener mucho en común, "Caesar's wife must be above suspicion" (la esposa de César debe estar más allá de toda sospecha). No basta con que la Presidencia no tenga nexos con el paramilitarismo; además, debe parecerlo.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Faith of the heart

Hay ocasiones en las que simplemente no encontramos las palabras para expresar cómo nos sentimos. La barrera que levantamos para proteger nuestra intimidad ha sido evadida por quienes, a través de la ficción, expresan lo que sienten y a la vez nos prestan sus palabras. Y aun así hay gente que no ve relación alguna entre lo simbólico, lo ficticio, lo fantasioso y la cotidianidad de sus vidas...
          Ésta es una de esas ocasiones en las que una canción escrita por otra persona me quitó las palabras de la boca:


Faith of The Heart
written by Diane Warren and sung by Russell Watson

It's been a long road
Getting from there to here
It's been a long time
But my time is finally near
And I will see my dream come alive at last,
I will touch the sky
And they're not gonna hold me down no more
No, they're not gonna change my mind
Cause I got faith of the heart
I'm going where my heart will take me
I got faith to believe
I can do anything
I got strength of the soul
And no one's gonna bend or break me
I can reach any star
I got faith
Faith of the heart...


Ha sido un largo camino
el que ha tomado llegar hasta aquí
Ha si un largo tiempo
pero mi hora finalmente ha llegado
Y podré ver mi sueño cobrar vida al fin
seré capaz de tocar el cielo
Y ellos no van a retenerme más
no, ellos no van a hacerme cambiar de idea
Porque mi fe viene del corazón
iré donde mi corazón me lleve
tengo fe para creer
que puedo hacer lo que sea
Mi fuerza viene del alma
y nadie va a atarme o desanimarme
puedo alcanzar cualquier estrella
Yo tengo fe
Fe que viene del corazón...



lunes, 6 de noviembre de 2006

¿Mujeres vs. Hombres?

Hace poco tuve la oportunidad de ver la última de Almodóvar: Volver. Aunque como obra de arte me pareció tan buena o mejor que las anteriores (La mala educación, Hable con ella y Todo sobre mi madre), creo que cumplió con su propósito de "película de viernes" porque me dejó pensando todo el fin de semana.
          Lo primero es que me recordó de forma maravillosa todo ese rico universo femenino de lazos de afecto, de rivalidades y rencores. Yo me crié entre mujeres y fui testigo de primera mano de la fuerza de carácter de la que pueden echar mano las mujeres, así como de su asombrosa capacidad para la compasión.
          Lo segundo es que para resaltar aun más la fuerza y belleza de estas mujeres, Almodóvar las contrasta con unos nefastos personajes masculinos cuya única misión en la vida pareciera ser "hacer sufrir a las mujeres que los amaron". Es ya una tendencia en las películas de Almodóvar que los hombres salgan mucho peor librados que las mujeres: así éstas cometan crímenes uno siempre acaba poniéndose de su parte, mientras que los hombres quedan casi como monstruos que, en el mejor de los casos, si no la han embarrado es por falta de oportunidad.
          ¿Será que lo estamos haciendo tan mal que esta visión de Almodóvar es la que comparten cada vez más mujeres? Espero que no. Si algo me devolvió la visión tan sesgada del director es que mis coqueteos con el Lado Oscuro me tenían al borde del precipicio del dogmatismo y estaba yéndome casi hasta el extremo de Almodóvar. Recordé que las mujeres no tienen que comportarse como lo haría un hombre para merecer mi admiración sino que, por el contrario, el mayor favor que pueden hacernos a los hombres es ser fieles a su naturaleza.
          Que mujeres y hombres somos diferentes como personas es una obviedad que a veces se nos olvida cuando nos equiparamos en derechos y obligaciones como ciudadanos y ciudadanas o como consumidores y consumidoras. Y es claro que como personas de distinto género tenemos problemas diferentes y formas propias de enfrentarlos, así como cualidades que pueden ser comunes pero que se dan más fácilmente en las mujeres que en nosotros.
          Por esto es que yo no aspiro a que venga una mujer y me resuelva mis problemas, pues creo que mi mamá me crió lo suficientemente bien como para no depender de ella. Así mismo, yo no me muero de ganas por hacer de papá de una mujer que aspire a que yo le resuelva sus problemas. Para mí es claro que cada uno debe responsabilizarse de sus propios problemas, pero me encantaría poder resolverlos juntos, como equipo, en una sociedad de dos en la que una mujer y un hombre podamos enriquecernos desde nuestras diferencias sin tratar de que la otra se parezca a mí y viceversa. En mi caso particular creo que lo que más extraño de tener una mujer en mi vida es la capacidad para la compasión, de enternecerse hasta el punto de dejar el ego y la racionalidad a un lado para ver al otro y tenderle la mano incluso cuando es mal negocio.
          En su psicoanálisis de los mitos, Joseph Campbell planteaba que en las historias de héroes siempre llega un momento en que el o la protagonista se ven en una situación en la que necesitan ser rescatados. El héroe, a pesar de su astucia y todos sus poderes no puede salir del problema hasta que llega su alma gemela a asistirlo, simbolizando así que como adultos nunca vamos a ser 100% independientes sino que en ciertas circunstancias vamos a tener que depender de otros, lo que nos convierte en interdependientes. La adultez consiste en aceptar ese hecho y encontrar con quién compartir el camino, no para recostarnos en su hombro, sino para hacer más agradable el trayecto.
          Almodóvar ya pintó su propuesta en la que las mujeres florecen sólo cuando se han deshecho de los hombres. Ahora quiero pintar la mía en la que tanto hombres como mujeres florecemos sólo cuando ambos salimos ganando.

lunes, 30 de octubre de 2006

Lo que las mujeres quieren

Hace un par de años conversaba con unas amigas sobre lo que esperábamos del futuro. Aunque ellas coincidían en que querían trabajar, medio en broma también decían que era preferible tener un marido que las mantuviera para poder trabajar medio tiempo en lo que realmente les gustaba sin la presión de costear el cómodo estilo de vida con el que soñaban. Hasta aquí no hay nada raro porque esa fantasía es justo lo opuesto a la realidad que debemos afrontar la mayoría: trabajos que no nos gustan a cambio de cierta estabilidad económica.
          Sin embargo, cuando yo (medio en broma / medio en serio) también manifesté que fantaseaba con que una esposa me mantuviera para poder dedicarme a escribir, todas estas viejas me cayeron encima como Valkirias furiosas. Ampliamente superado en número me atropelló su determinación para hacerme arrepentir de mis palabras. Algo que a ellas les parecía perfectamente aceptable aplicado a ellas, al menos al nivel de deseo reprimido, les parecía una horrorosa blasfemia si se aplicaba al caso contrario. Que cómo se me ocurría, que ellas jamás aceptarían a un mantenido o un arrimado, que en caso de tener hijos querían un man que las apoyara y no que fuera como un niño más por el cual preocuparse... Obvio. A mí tampoco me tramaba mantener a un ama de casa de tiempo completo, pero no tuve oportunidad de decirlo (menos mal porque ahí sí que hasta les hubieran salido llamas por los ojos).
          Aunque ya he tenido mis experiencias amargas con la hermética solidaridad de género femenina (si hay un desacuerdo entre un hombre y una mujer, automáticamente toda otra mujer se pondrá del lado de ella y entenderá perfectamente su reacción incluso sin haber escuchado todos los detalles del desacuerdo) me pareció curioso que todas mis contradictoras tuvieran otras cosas en común: todas eran profesionales de alrededor de 30 años, que ya llevaban algunos trabajando. Es decir, no estaba hablando con adolescentes consentidas por papi, sino por profesionales que habían sufrido el machismo del mundo laboral. Además la mayoría de ellas por esa época todavía vivían con sus padres y estaban padeciendo las restricciones de una sociedad patriarcal, por lo que yo hubiera esperado que tuvieran mente abierta sobre los roles de hombres y mujeres ya que habían sufrido en carne propia la discriminación. Me equivoqué. Simplemente querían todas las ventajas de la independencia, pero sin ninguna de las desventajas.
          Con el paso del tiempo prácticamente sólo me encontraba casos de mujeres profesionales que, ganando el doble o el triple que yo, todavía se rehusaban a irse de la casa paterna. Disculpas he oído muchas ("para qué me voy si aquí lo tengo todo", "estoy ahorrando", "mis papás no me dejan irme si no es casada...") pero creo que en el fondo las mujeres que conozco no se independizan porque les aterra la adultez. Prefieren aguantar las imposiciones de paternas a cambio de la seguridad que les da poder disfrutar de las comodidades que sus padres han conseguido después de 30 años de trabajo, incluso si se quedan sin empleo o no logren devengar lo suficiente para costear ese estilo de vida. En general les asusta vivir por su cuenta sin buscar cambiar al papá que les daba seguridad por otro papá que se diferencia simplemente por su título de "marido". Claro, las psicoanalistas podrán argumentar que en el fondo los hombres también buscamos una segunda mamá, o más bien una "mamacita" a la que sí podamos llevar a la cama. Puede ser cierto, pero en nuestra defensa puedo decir que somos muchos más los hombres que nos independizamos sin haber encontrado a esa segunda mamá que las mujeres de nuestra misma edad.
          Todas las mujeres se quejan del machismo, pero muchas de ellas lo fomentan con sus actitudes. Lo común es que cuando uno sale con alguien la vaya a recoger a la casa de sus padres (incluso las que tienen carro y posgrado), pero si es el caso contrario, la mujer en cuestión se da codazos con las amigas y hacen burlas maliciosas porque uno vive todavía en la casa de la mamá, lo cual interpretan como símbolo de inmadurez.
          Afortunadamente también me he encontrado con casos excepcionales en los que una mujer se gradúa y se va de la casa paterna a buscar su propio camino, no importa las estrecheces que deba afrontar al principio. Hay mujeres que asumen riesgos calculados por su cuenta, sin esperar a que les aparezca el hipotético marido que les dé la seguridad que no han sido capaces de encontrar dentro de sí mismas sin siquiera haberlo intentado. Me enorgullece saber que mi hermana es una de ellas. Se va para otro país, a vivir en otro idioma, a trabajar en lo que la apasiona y a lagartear el posgrado que la trasnocha, sin más contactos que la gente que ha conocido por Internet. Así que, después de todo, esa platica no se perdió.
          ¡Buena esa liebchen!

domingo, 22 de octubre de 2006

Un buen negocio

Durante años los bancos han tratado de convencernos con millonarias campañas de mercadeo de que no son desalmados reductos de codicia que sólo protegen su propio beneficio. Sin embargo, una y otra vez dichos como "los bancos nunca pierden", "no hay mejor negocio que un banco" o "los bancos sólo le prestan plata a los que pueden demostrar que no la necesitan" se repiten entre los rechazados por el sistema bancario o los que quedaron tan aburridos que nada quieren saber de él. En otras palabras, pareciera como si la banca sólo estuviera disponible para los ricos que quieran aprovechar nuevas oportunidades de negocio y hacerse más ricos. Para mí es claro que una empresa se crea para generar riqueza para sus dueños, pero sin caer en el extremo de las megacorporaciones sin alma que sólo existen para producir beneficios. Muchas de ellas, si tienen que decidir entre despedir cientos de empleados e invertir en capacitación, o entre contaminar el ambiente y pagar la multa, siempre escogerán lo más barato, sin importar las repercusiones al margen de las ganancias.
          Del otro lado del espectro están las fundaciones sin ánimo de lucro, que desde sus estatutos tienen explícitamente definidas sus funciones de tipo social. Muchas de ellas están dedicadas al asistencialismo, es decir, a regalar comida, vestuario o atención médica a los que lleguen de primeros. Aclaro que si yo tuviera una emergencia me encantaría que alguien me tendiera la mano, pero soy consciente de que el asistencialismo y la caridad, por sí solos, son como tratar de atender a los personajes caídos en Kill Bill con curitas y algodoncitos remojados en Menticol.
          Personalmente creo que el grueso de las empresas deberían estar en algún punto en medio de estos dos extremos. Es decir, hay que producir riqueza, pero partiendo del supuesto de que los pobres también tienen derecho a buscar oportunidades de negocio, a volverse agentes de su propio progreso y a su vez generar riqueza. Ese es el sentido para mí de "no regalar un pescado al hambriento sino enseñarle a pescar para que no vuelva a pasar hambre".
          Por eso me sorprendió gratamente que el Premio Nobel de Paz 2006 se lo hubieran otorgado por partes iguales, a un empresario y a... ¡un banco! Efectivamente, Muhammad Yunus y su Grameen Bank recibirán el premio por haber apoyado durante treinta años a los pobres de Bangladesh (su país de origen) y otros países a través de microcréditos. El Nobel reconoce que los microcréditos solitos no son suficientes para eliminar la pobreza, pero sí destaca que cualquier iniciativa para disminuirla empoderando a la gente crea las bases para una paz duradera. Además es muy interesante que el Grameen Bank declare que el 97% de sus 6.61 millones de clientes son mujeres, porque la falta de oportunidades para las mujeres tiene una relación muy estrecha con situaciones de pobreza y violencia. Ojalá que con la visita de Yunus se nos haya pegado algo.

lunes, 16 de octubre de 2006

Qué chimba de profesor

¿Alguna vez te tuvieron que despertar en plena clase? ¿Tuviste que trasnochar para un examen o un trabajo final? ¿Te tiraste la materia alguna vez? ¿Dos veces? Pues todo esto me pasó a mí tanto en la prisión dond... perdón, en el colegio donde estudié como en la universidad. Y aunque reconozco que nunca fui un buen estudiante, tampoco creo tener un pelo de tonto (de hecho siempre fui el mejor del salón en las materias que me gustaban), sólo que rara vez tuve buenos profesores.
          Esto último puede sonar a excusa chimba porque los buenos estudiantes, al igual que los buenos toreros con un mal toro, logran salir adelante así el profesor no dé la talla. Sin embargo, he visto demasiados "buenos estudiantes" que siempre sacaron los mejores promedios pero que no aprendieron realmente porque su motivación era la nota y no porque creyeran que lo que pasaba ante sus ojos pudiera servirles de algo. Precisamente esto es lo que me lleva a pensar que hemos entendido mal el papel del profesor en el proceso educativo.

Facilitar el proceso del estudiante

Primero que todo, creo que más que hablar de enseñanza, se debería hablar de aprendizaje, donde el profesor es más un facilitador que la fuente desde la cual fluye el conocimiento. Esto significa que el conocimiento difícilmente puede ser "enseñado" si al alumno no le da la gana de aprenderlo o no le encuentra sentido en su vida. Por ejemplo, en Matrix Morpheus le dijo a Neo algo así como "yo sólo puedo mostrarte la puerta; eres tú quien debe cruzarla". Y quienes vieron la película seguramente se estarán riendo de lo que le pasó a Neo cuando su mentor le pidió que lo siguiera saltando de la azotea de un edificio altísimo hacia la de otro: se azotó contra la calle que separaba las dos edificaciones porque todavía no le encontraba sentido a lo que pasaba ante sus ojos. En mi caso particular, toda la vida me encontré profesores que se enfocaban en enseñar los pasos para cruzar la puerta, pero que no entendían o no sabían transmitir por qué me debería interesar a mí cruzarla.
          Por supuesto que no todos mis profesores fueron malos. También tuve profesores y profesoras buenísimos que variaban entre el honesto y el inspirador. El honesto nos decía algo así como "¿saben por qué un futbolista entrena haciendo abdominales? Pues no es porque en medio de un partido se vaya a tirar al piso a hacer abdominales, sino porque eso lo fortalece para aprovechar su talento para jugar. De la misma forma, ustedes no van a usar ecuaciones diferenciales en su trabajo diario (a duras penas una calculadora de tendero), pero usarlas entrena su mente para entender el mundo y modelar soluciones a sus problemas". Obviamente ninguno de nosotros salió pensando en matricularse en Matemática pura en UniValle motivados por este discurso, pero sí nos hizo ver POR QUÉ era importante para nosotros dominar las ecuaciones diferenciales.
          Por su lado, entre los profesores inspiradores recuerdo mucho el de Historia que nos hablaba del aventurero francés que inició la arqueología en Colombia, de la asombrosa buena suerte de Cortés y Pizarro de encontrar respectivamente a los Aztecas e Incas divididos en luchas internas y que nos llevó a Perú a conocer Machu Pichu en una excursión de nueve días. Aunque el gris profesor del curso vecino por esa época del año ya estaba cubriendo la Colonia, nosotros no dejábamos a nuestro profesor avanzar porque todavía nos tenía fascinados con la cosmología de los Mayas, tratando de entender las luchas de poder, los intereses económicos, los rituales y las búsquedas espirituales, es decir, tratando de interpretar el mundo desde la perspectiva de la Historia. Su éxito radicaba en que no intentaba simplemente hacernos memorizar hechos, lugares y fechas, sino que intentaba que pudiéramos responder nuestras propias inquietudes sobre nuestro papel en la vida y sobre el mundo que nos rodeaba a partir de la experiencia de los pueblos que nos precedieron. En todos estos casos, nosotros hacíamos el trabajo de aprender, pero teníamos un guía que nos facilitó el proceso.

Reconocer al otro como individuo

Por otra parte, pienso que los buenos profesores también deben ser capaces de reconocer a sus estudiantes como individuos e identificar de entre la legión de zombis que no saben muy bien por qué están allí, a los que sí están interesados en aprender. No es realista asumir que los 50 alumnos o más que puede tener un salón de clase están dispuestos y motivados para aprender, más ahora que los niños malcriados por el sistema de logros están estrellándose contra las universidades. Posiblemente lo más sensato sería ayudar a los zombies a que se ganen su "3 raspado" y concentrarse en cultivar a los que realmente quieren sacar el mayor provecho posible del profesor que tienen en frente. Pero de todos modos creo que vale la pena soñar con personajes como el de Michelle Phiffer en Mentes peligrosas, donde la maestra endereza a un grupo de pandilleros desahuciados por el sistema educativo. Su truco: no ver a todos los estudiantes como una masa homogénea sino reconocer el potencial, los problemas y las motivaciones particulares de cada uno.
          Tal vez deberíamos considerar el viejo sistema de tutores, del cual tomó la idea La Guerra de las Galaxias de que los maestros Jedi sólo pudieran tener un padawan por vez a quien acompañar en su proceso de aprendizaje. Parafraseando a pequeña padawan, cada profesor en su proceso de enseñanza seguramente reflejará mucho de sus búsquedas personales y su propio ejercicio de introspección. Sin embargo, puede ser muy bacano en la medida en que éste sea un referente que matice las propias búsquedas del estudiante y no la imposición homogénea y estándar que viven cientos de miles menos privilegiados.

sábado, 7 de octubre de 2006

Condiciones para un repitis

Hace meses discutía con una amiga que estaba en el proceso de "volver" con su ex. Y pongo el volver entre comillas porque si habían terminado otras veces antes era porque ambos se habían dado cuenta de que su relación ya no funcionaba y que lo mejor era que cada uno cogiera por su lado. El motivo por el que estuve varias veces a punto de cachetear a mi amiga (como a la histérica de ¿Dónde está el piloto?) era que si para ambos era claro y hasta lógico que terminaran, ¿por qué se seguían buscando?
          Para mi sorpresa, el caso no era aislado. Entre más preguntaba, más me daba cuenta de que las parejas con mucha frecuencia se pegaban la 'cangrejiada' sin saber muy bien en qué se estaban metiendo. Y aunque de pronto la intención no fuera del todo "volver" sino sólo tener un 'repitis' para pasarla rico unas vacaciones o un fin de semana sin compromisos posteriores, por lo general alguno de los dos, cuando no ambos, sale aporreado y sobándose los chichones mientras ayayea lastimeramente.
          Pero así como me encontré casos de gente que había acabado odiando a su ex (o más bien "ex ex" porque se habían cuadrado dos veces), también me encontré con otros que habían continuado su relación de años incluso después de unas "vacaciones" (entiéndase como tiempo intermedio en que uno o ambos estuvieron cuadrados o vacilando con alguien diferente a su ex). Como quien dice, no necesariamente las segundas partes significan botar la platica que se va en la re conquista de su ex. Mi conclusión es que sí hay algunas condiciones que, aunque no son una receta infalible para volver bien, de pronto pueden ayudar a decidir si uno se mete o no en esa montaña rusa emocional.
          Primero que todo, la reconquista cuesta. Su ex ya conoce todos sus trucos: el escote estratégico, el combo "pantalón pegado-tanga brasilera", el ya conocido ramo de flores, el mensaje de texto al celular tipo "me encanta como te ves bajo la luz de la luna", susurrarle al oído con tono grave mientras bailan, etc. Si quiere al menos despertar la curiosidad, habría que pensar en renovar algo de la ropa interior que su ex ya se conoce todita, hacer planes distintos a ver televisión en la casa un sábado por la noche como cuando eran novios, leer o aprender sobre algo que su ex no tenga ni idea para darle algo nuevo que pique su curiosidad. Aunque renovar vestuario, salir a sitios nuevos y tramadores o aprender cosas nuevas demanda presupuesto, obviamente también implica algo tan difícil como cambiar cosas del propio comportamiento. Si usted es de los que cree que lo van a aceptar con los mismos defectos, haga lo que se le dé la gana, pero después no diga que no se le advirtió.
          Por otro lado, no importa si terminó con su ex hace dos años o hace dos meses, muy probablemente en ese lapso de tiempo esta persona haya cambiado en algo. Parafraseando a pequeña padawan, no piense que ya sabe cómo es su ex. Usted muy probablemente siga enamorado o teniéndole ganas AL RECUERDO de su ex, no necesariamente a la persona que tiene en frente. Como con cualquier relación nueva, no dé los gustos o reacciones de su ex por supuestas y tenga mente abierta para adaptarse a como es ahora o abrirse del parche para no dañar un bonito recuerdo.
          Así mismo, es muy importante tratar de no tener expectativas demasiado definidas. Obviamente por mucho que su ex haya cambiado seguramente quedará algo de las muchas cosas que a usted le atraían cuando eran pareja (y viceversa), pero eso no significa que porque fueran novios antes necesariamente volverán a serlo. Si cree de entrada que porque su ex le están haciendo ojitos ya puede ir comprando el perro labrador, la cama doble y la bicicleta para dos, puede que lo dejen como el ternero: mamando. Posiblemente su ex sólo le tenga ganas y nada más (de hecho, ¿qué mejor vacilón que alguien que ya le conoce las mañas y los gustos?), por lo que de pronto lo más sano sería arrancar sin prevenciones y ver qué pasa. Como con cualquier relación, si una cosa lleva a la otra, pues bacano. Si no, bacano también porque al menos lo intentó y sabe a ciencia cierta que no funcionó.
          Por último, diría que también es fundamental que ninguno de los dos esté en ese momento involucrado en otra relación seria. Aunque ha gente que disfruta lo prohibido, creo es más bacano gozarse a la persona que se tiene en frente sin tener que esconderse ni decir mentiras.
          Bueno, espero que Carrie Bradshow me perdone por meterme en su territorio. Y ustedes ¿qué creen que quedó faltando por tener en cuenta?

domingo, 1 de octubre de 2006

Ratzinger, la Sharia, Flint, Samper Ospina, Bush y las lecciones de la incultura

'Culto' o 'cultivado'

En una tertulia se debatió que usar la palabra 'culto' para distinguir a quienes hubieran estudiado algo distinto a su propia cultura era políticamente incorrecto porque cualquier persona, por el simple hecho de vivir dentro de una cultura, ya se le debía considerar como culta. Para no agarrarnos, acordamos que la palabra 'cultivado' era aceptable para todas las partes en lugar de 'culto', pero yo sigo pataleando que de alguna forma sí hay que distinguir a los que se esfuerzan por trascender su propia cultura de los que no.

Islam y Occidente

Hace unos días en Bogotá un taxista me decía que el Papa Ratzinger había sido muy bruto al provocar con su discurso a los musulmanes, pero yo creo que fue más bien fueron los medios (que lo citaron fuera de contexto para armar bonche) los que subestimaron las diferencias entre nuestras culturas.
          Por un lado, varios países de mayoría musulmana se rigen por la Sharia, en la que la religión y el Estado no son ámbitos separados. Es decir, si algún habitante de estos países se siente agredido en su fe casi automáticamente sentirá atacada también a su cultura y la seguridad del Estado. Así no sería de extrañar que los defensores de la fe (autoproclamados o institucionalizados) tomen una declaración descontextualizada como un acto de guerra. El Islam es descrito por sus defensores como una religión de paz y concordia, pero lamentablemente para los noticieros del Imperio los que son noticia y suben la audiencia son los fanáticos que queman banderas y no la gran mayoría de musulmanes que suelen ser mucho más tolerantes.
          Por otro lado, para nosotros es de lo más natural que cualquier persona exprese su opinión sin que por eso su vida o integridad física corra peligro (o al menos en teoría). Larry Flint y su revista Hustler sentaron un precedente importante en el que si la Ley gringa lo protegía a él, que se describía como el peor de todos, entonces eso garantizaba que la Ley protegería los derechos de cualquiera de los demás ciudadanos. Más cerquita, Daniel Samper Ospina y la revista SoHo también lograron que el juez que se ocupó del caso desestimara lo que los defensores de la fe (en este caso sí autoproclamados) consideraban una ofensa a sus creencias religiosas. Lo bueno de esto es que la misma Ley que salvó a Samper Ospina de la cárcel es la misma que les permite a sus acusadores profesar libremente su religión. Si en un futuro hipotético la mayoría de la población fuera por ejemplo musulmana o (líbranos Señor) evangélica, sería esta separación entre la Ley del Estado y los dogmas religiosos la que permitiría que excomulgaran libremente a todos los directores de revistas o médicos abortistas que quieran sin que por ello les caiga la Fiscalía.
          Nuestra cultura democrática está fundamentada en el derecho a criticar lo que no nos guste, ya sea algún pecadillo de la Iglesia o la enésima improvisación de nuestro proactivo Presidente. El Papa Ratzinger también tiene derecho a expresar en Alemania cualquier posición argumentada que guste. Si la Ópera de Berlín quiere representar Idomeneo en Berlín con alusiones a las religiones (incluidas máscaras de Jesús, Júpiter, Buda y Mahoma) también deberían poder hacerlo sin temor a las represalias de los fanáticos musulmanes, ya que es válido dentro de nuestra cultura.

Ignorancia peligrosa

Sin embargo, cuando sólo experimentamos a nuestra propia cultura tendemos a creer que es la única opción válida posible. Para la muestra dos perlas:
          La primera, el emperador Bush tratando de imponer la democracia en un país de tradición cultural musulmana como Irak. La democracia no es un repuesto que se enchufa y se enciende y listo; es una institución que debe funcionar en forma integrada con la cultura. El desconocimiento de este hecho e innumerables metidas de pata sugieren que Bush es tan ignorante de cómo se vive más allá de su rancho en Texas que no podríamos llamarlo precisamente culto.
          La segunda, los casos de jóvenes asesinadas en Europa por sus propios familiares con la disculpa de estar quebrantando las costumbres del Islam. Una cosa es que en un país regido por la Sharia sea visto como válido que los defensores de la fe castiguen con la muerte a las jóvenes que se aparten de la costumbre. A mí como occidental tercermundista no me gusta, pero es algo que las musulmanas y los padres, hermanos y esposos que dicen amarlas deberían intentar cambiar allá, desde dentro, si no están de acuerdo. Pero otra cosa muy distinta es que viviendo en Europa, los familiares de las víctimas no hayan intentado integrarse a la cultura que escogieron para vivir. Es muy común que los inmigrantes musulmanes no aprendan el idioma local, vivan en comunidades cerradas de sus correligionarios y rehúsen adaptarse a las costumbres de su entorno. Sus hijas estaban viviendo de forma consistente con la cultura occidental en la que vivían, pero sus familiares no le dieron a esta cultura una oportunidad de mostrar si tenía algo positivo qué aportarles.
          En plena Europa del siglo XXI, las jóvenes musulmanas pagaron con su vida la incultura de sus parientes. Miles de soldados gringos enviados a Irak a imponer una institución extraña a la cultura local pagaron con su vida la incultura de su presidente.
          Y después dicen que es políticamente incorrecto llamar inculto a alguien que, por no intentar trascender las costumbres y prejuicios de su propia cultura, haga de su ignorancia algo peligroso.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Aaaaay ¡tan lindo!


Hace un año, cuando la que era mi novia en ese entonces se fue para Londres, lo que yo tenía presupuestado es que no iba a verla en al menos tres años (un par de años de ella por allá, más el año que pienso estudiar en Inglaterra). Tres años eran un sólido argumento racional para resignarme a que la relación se acabara independientemente de lo que sintiera en el corazón; perfecto para todo lo Virgo que era en ese entonces.
          Sin embargo, el lunes estaba en medio de una difícil reunión de trabajo, cuando ella me saludó por el Messenger y me contó que va a regresar al país este mismo año.
          Aclaremos varias cosas. Primero que todo, la posibilidad de que nuestra relación pasada continúe donde se interrumpió, o tan siquiera que haya campo para que se dé una nueva relación son bastante remotas, no tanto por mí sino por las circunstancias de ella.
          Segundo, sin el argumento de la separación por tres años me quedé sin la única base racional que me protegía de las emociones que había congelado, hasta el punto en que no sé cómo pueda reaccionar yo en el momento en que vuelva a verla.
          Tercero, desde que ella se fue no he estado nada cerca de tener una nueva relación con otra persona, a pesar de mis muchos intentos y falsas alarmas. Eso me dejó la autoestima por el piso porque durante este mismo tiempo ella sí claramente siguió adelante con su vida emocional mientras que esa parte de mi vida se quedó estancada.
          Todo esto que intenté expresar de forma clara y ordenada se me vino a la cabeza al mismo tiempo, a quemarropa. De una me dieron ganas de llorar, pero me tuve que aguantar porque me daba oso chillar en plena reunión. Cuando le conté esto a una amiga, lo que le nació decir fue "Aaaay... ¡tan lindo!", lo que en medio de mi consternación yo interpreté como "¡TAN GÜEVÓN!". Para mí este es el indicador más claro de mi transformación de virgo cuadriculado en piscis hipersensible, que aunque ya veía venir (mi hipótesis es que cada siete años se invierte la intensidad con la que nos influyen nuestro signo solar y nuestro signo ascendente) no creí que me fuera a afectar tanto.
          ¿Tan lindo yo? Supongo que uno debe aceptarse como es, pero por ahora no puedo evitar preguntarme si me sirve de algo. Temo que, al igual que Anakin Skywalker, el miedo acabe por impulsarme a buscar refugio en el lado oscuro, y la verdad ya no siento que tenga motivación alguna para resistirme.

PD: Afortunadamente el bajonazo que experimenté ese día se me pasó con el viaje a Bogotá.
          Lo que me tiene tranquilo en este momento es recordar la regla de oro que seguí durante los muchos años en los que me sentí más solo que un político honesto en el Congreso: "Mientras ella sea la novia de otro man, pensar siquiera en ella es tan inútil como arar en el mar".

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Hace 10 años


Hace 10 años estudiábamos en una universidad que, más que la puerta hacia el Universo, parecía un colegio grande, donde las cosas que preocupaban al mundo parecían no atravesar la burbuja de cristal que nos rodeaba. En esa época, todo lo sabíamos del mundo nos llegaban exclusivamente a través de los medios masivos de comunicación, que sospechosamente se parecían mucho entre sí. Hace 10 años todavía buscábamos información en las bibliotecas y hemerotecas, pues para consultar Bitnet (uno de los predecesores de Internet) había que ser un iniciado de últimos semestres de electrónica con proyecto de investigación sobre robótica. Tímidamente empezábamos a comunicarnos con nuestros amigos a través de un programa de pantalla negra y letras verdes llamado PINE , ya sea que estuvieran al otro lado del océano o a dos cubículos de distancia.
          Hace 10 años el único navegador era Mosaic y no había que ser demasiado ñoño para saber que el primer sitio web que existió fue el del CERN. No era raro que nos fuéramos toda una tarde de sábado a la universidad sólo para hablar con quien fuera que estuviese conectado por un servicio llamado IRC (otra vez la pantalla negra y letras verdes), y las primeras víctimas de adicción al chat empezaban a proliferar como los mirones en un accidente de tránsito.
          Hoy, 10 años después, los medios impresos se disputan el privilegio de que la gente lea en línea y gratuitamente sus contenidos. Ahora se posicionan las bitácoras en línea como un espacio en la red que ya empieza a tener influencia en el comportamiento del mundo "real". Si la realidad del mercado laboral nos recuerda sin piedad que cada vez hay menos oportunidades para los empleados que para los emprendedores, la realidad de la red nos anticipa que la información y la opinión ya no estarán en pocas manos, que la cómoda posición de consumidores de lo que los monopolios y duopolios quisieron vendernos ya no es tan defendible cuando tenemos tantas opciones diferentes. Ahora el reto es tener el criterio suficiente para escoger qué leer, a quién leer y formarnos nuestra propia idea de cómo es el mundo. Cada entrada en las bitácoras del mundo es como un pixel más en una foto que se hace más nítida en la medida en que aumenta de resolución.
          Hace casi una década se publicó la primera edición impresa de El Clavo. Un mes después se publicó la siguiente edición con mi primer artículo escrito a cuatro manos con Andrés David Aparicio. Hace un mes se cumplió un año desde que inicié esta bitácora, y espero que me acompañen muchos más en el ejercicio de retratar al mundo desde mis publicaciones y desde sus comentarios.

viernes, 18 de agosto de 2006

Nuestra fe ciega

Bogotá, DC. 5:30 de la madrugada. 14 grados centígrados. Con los ojos un poco entornados por el sueñito abro la llave de la ducha. Si no hubiera temido despertar a mis compañeras de apartamento, el alarido de horror que atrapé en mi garganta se hubiera escuchado hasta Monserrate.
          La razón de mi sorpresa fue que abrí la llave del agua caliente con la razonable expectativa de que no saliera helada (¿era acaso demasiado pedir?), pero ya estando en pelota en la ducha y con la cabeza mojada, decidí acabar de bañarme en lugar de salir a coger a patadas el calentador. Tenía tanto frío que cuando salí del baño el espejo quedó empañado, no por el vapor de la inexistente agua caliente sino por las muchas veces que el frío me hizo exhalar entrecortadamente. Imagino la cara de indignación de mis compañeras cuando, al ver el espejo empañado y ni gota del agua caliente, dedujeron razonablemente que yo me la había gastado toda.
          El malentendido no pasó a mayores y después nos pusimos a analizar por qué demonios no salía el agua caliente. Abrimos y cerramos las llaves de paso, movimos los conmutadores eléctricos del tablero principal de la cocina, probamos diferentes combinaciones de interruptores cercanos (según alguien a quien consultamos, el calentador estaba conectado al mismo circuito que la luz del espejo del baño), hasta llegué a dibujar una tabla con los estados de los interruptores para asegurar que habíamos barrido todas las combinaciones posibles.
          Sin embargo, y a pesar de los desesperados esfuerzos de TRES ingenieros de sistemas (y de diferentes universidades, para evitar suspicacias) dispuestos a lo que fuera con tal de no bañarse de nuevo con agua fría, el hijueputa calentador se quedó ahí, fresco, sin dignarse siquiera a engañarnos con un ronroneo, aunque fuera una vibracioncita esperanzadora. Al otro día llegó otro compañero; movió los mismos interruptores, abrió los mismos grifos e hizo las mismas preguntas estúpidas que hicimos antes. Conclusión: Calentador 4 ? Ingenieros de sistemas 0.
          En este momento caí en cuenta de que así como confié mi integridad física y mental (bañarse en Bogotá con agua fría debería ser considerado deporte extremo) al supuesto de que tendría agua caliente, no era la primera vez que lo hacía. Sabíamos QUÉ hace el calentador, pero no CÓMO lo hace (y por lo tanto no teníamos idea de hacerlo funcionar si fallaba). Cuando ingresamos en una caja cerrada como un ascensor o un avión, quedamos indefensos, renunciando completamente a tener algún tipo de control, confiando ciegamente en la cadena de pequeños milagros que son necesarios para desafiar la gravedad y proteger nuestra vida en condiciones para las que el Homo Sapiens no fue diseñado. Al menos cuando montamos en bicicleta, conducimos un carro e incluso al volar en un parapente, todavía nos queda cierto margen de control sobre nuestro destino.
          Abandonarse en manos de las máquinas hasta ese nivel es profesar una fe tan ciega como la de cualquier fanático que se respete. Después de todo, al abandonarme de forma tan absoluta y sin cuestionamientos al capricho de las máquinas, acabé siendo menos racional y consciente de lo que siempre había querido creer. Pero bueno, después de la profunda reflexión (y aclarando que ya superé completamente el incidente y no volví a pensar en el asunto), ¿a alguien se le ocurre por qué putas el calentador de mierda nos dejó morir en Bogotá?

lunes, 31 de julio de 2006

Crónica de una muy postergada despedida

Pues como había venido amenazando desde hacía varias semanas, ayer por fin logré despedirme de mi ex. A diferencia de ella, que logró superar esa relación pasada hace raaaaato, yo seguía "medio enredado" (esto es un delicado eufemismo para decir "mucho muy engrampado") sin siquiera darme cuenta.
          El domingo por la mañana desperté de un sueño más o menos así:
          Yo estaba en una instalación a la que había llegado con mi ex y en la que habíamos pasado un tiempo, que para efectos prácticos era como un internado. Debía ser de madrugada porque no había gente por los pasillos y todo estaba medio en penumbra y en silencio. Había recibido un mensaje de ella en el que me contaba que había logrado escaparse, y que ahora me instaba a hacerlo yo mismo.
          No es que yo estuviera precisamente a gusto en ese sitio, pero creo que necesitaba un empujón externo (como cosa rara) para decidirme a actuar. El asunto es que vi que uno de los internos había conseguido unas llaves y estaba intentando abrir una puerta para escapar. Yo lo estaba espiando para determinar si era viable unirme a la fuga o al menos descubrir cómo lo estaba haciendo para yo intentarlo por mi cuenta después. Robarle las llaves también estaba dentro de las posibilidades que pasaban por mi cabeza, pero justo en ese momento desperté.
          Ahí me sentí como el cerebro de Homero, que después de una cagada especialmente espectacular, dice "Se acabó, ¡me largo de aquí!" y se escucha cuando el cerebro cierra la puerta y se va con sus maletas. Ese sueño ya era el colmo y me levanté decidido a ponerle fin a esta situación tan incómoda.
          Necesitaba ayudarme en dos frentes: el consciente y el inconsciente. En lo consciente necesitaba no dar papaya exponiéndome al recuerdo del pasado, por lo que recogí todos los recuerdos, cartas, tarjetas, fotos y cosas así que logré encontrar. Fui tan concienzudo que hasta un relato recreando la noche en que nos conocimos fue a dar a la caja donde guardé todo. Del computador borré todo (los contactos de MSN y Skype, las fotos que ella mandó desde que llegó a Londres). Aprendí que un apego negativo es tan vinculante como cualquier otro apego, por lo que descarté la idea de estampar en una camiseta las fotos de ella con su flamante novio costeño, que yo había bajado con la esperanza de que me ayudaran a desengañarme.
          Ahora en lo inconsciente, necesitaba hacer el ritual de despedida, por lo que antes de borrar de Skype su número de móvil, la llamé para despedirme. Afortunadamente las lágrimas no me impidieron decir lo necesario ni me afectaron la voz. Cuando colgué, borré el número y fotocopié una foto de la caja para continuar con el ritual. Allí revisé mentalmente la llamada y caí en cuenta de que entre todas las cosas que le dije (hablamos como 10 minutos) por ninguna parte me despedí. Maldiciendo la asombrosa habilidad de mi mente para la evasión, tuve que empezar a buscar nuevamente el número para volverla a llamar; casi no lo encuentro (fui bastante concienzudo). Rojo de la vergüenza por el oso que estaba haciendo (espero que mi amigo "anonymous" esté frotándose las manos de regocijo por esta oportunidad dorada de decirme lo patético que soy) le ofrecí disculpas por la boleteada, y ahora sí le dije claramente que me quería despedir, que muy querida, muy de la casa, pero que esperaba que fuera muy feliz sin mí. Hábilmente, ella me dijo que en un futuro lejano esperaba poder ofrecerme "otro tipo de relación", con lo que cerraba herméticamente cualquier rendija por la cual mi mente inconsciente hubiera podido evadirse con esperanzas de una remota e improbable reconciliación futura.
          Libre por fin, me llevé la copia de la foto al río. Repetí en voz alta lo que le dije a ella por teléfono, rompí la foto, hice una bola con los pedazos y la arrojé al río. Lamentablemente la bola no era muy aerodinámica y fue a parar a una mata. Aterrado por el mal augurio, bajé como loco a buscar el papel y asegurarme esta vez de que sí se lo llevara la corriente. Observé fijamente cómo se alejaba la foto y lo que representaba hasta que se perdió de vista.
          Ahora, el ritual está completo. De la experiencia me quedó una muy querida amiga en Londres y una taza de té que por fin está vacía de nuevo.

domingo, 23 de julio de 2006

Cuando el ex de tu novia es nadie menos que Superman


Creo no estármele tirando la película a nadie si revelo que en esta entrega Loise Lane vive con el novio. Tampoco creo que alguien deje de disfrutarla si además aclaro que el novio no es Superman, ni siquiera Clark Kent, sino Richard, el sobrino del dueño del Diario El Planeta.
          Sin embargo, me arriesgo a ser abucheado (como Homero Simpson a la salida de Star Wars: Empire strikes back por revelar la identidad del padre de Luke) por una buena razón: todavía no me deja dormir la angustiante sensación de sentirme identificado con Richard.
          En primer lugar, el ex de su novia es nadie menos que Superman. Ojo, no estamos hablando de Brad Pitt o de David Beckam, nooooo... es SUPERMAN. El maldito no sólo es pinta, inteligente, sensible (hasta allí Richard tiene ?chico? de competir) sino que para aplastar como a una cucaracha la autoestima de cualquier rival, Superman tiene toda una serie de atributos que ningún otro hombre tiene en su haber.
          Para empezar, el tipo tiene el encanto exótico de los extranjeros (que su país de origen esté en otro planeta no lo hace menos extranjero; de hecho creo que el hecho de ser extraterrestre les pica todavía más la curiosidad a las viejas); puede volar tan rápido que puede estar casi en todas partes para rescatar a las nenas en apuros; además su trabajo es tan pero tan noble que en comparación uno no puede evitar sentirse tan vil como un traqueto o un productor de porno infantil. Para rematar, Loise no se ha casado con Richard después de tantos años de vivir juntos porque en el fondo, nunca ha dejado de amar del todo a su ex.
          En lo que me siento como Richard, es en que desde diciembre pasado todas las mujeres que me han llamado la atención padecen del síndrome de Loise Lane: tienen una relación no concluida con el ex novio que les impide concentrarse en el presente (o sea yo). La vaina es que aunque el baboso de turno no sea precisamente Superman, el hecho de que no sea juzgado por lo que es, sino por la imagen de cómo ella lo recuerda. Como la memoria es supremamente selectiva, los buenos recuerdos suelen parecer todavía mejores de lo que en realidad fueron, mientras que uno sí debe asumir las consecuencias de sus actos.
          Por ejemplo, aunque el ex novio no sea Superman, parece que lo fuera porque está en todas partes (obvio, está en la cabeza de ella) mientras que a uno le toca hacer malabares para que le acepten una salida o cuadrar algún espacio donde cuadren los horarios de ambos. Además, si la relación pasada 'terminó' por alguna razón externa a la pareja como la distancia, el mancito siempre va a ser "divino" porque sus cualidades tenderán a ser exageradas y sus defectos minimizados gracias a que el afecto nunca desaparece del todo. Ante semejante panorama, el fantasma del ex novio es casi tan intimidante como lo es Superman para el novio actual de Lois Lane.
          Afortunadamente creo haber encontrado la solución al tal síndrome. Una amiga de Bogotá me hizo caer en la cuenta de que si sólo me llaman la atención las colegas de Lois Lane muy posiblemente se deba a que yo mismo lo padezco todavía. Efectivamente, aunque mi última relación no era perfecta, sí ha sido la que más me ha llenado y se 'acabó' por la distancia más que porque hubiéramos tenido alguna razón interna para terminarla (aunque por supuesto no estaba exenta de problemas). Ahora me doy cuenta de que no he hecho el duelo por la separación como es debido, y posiblemente todavía estoy enredado en la misma situación que le critico a Lois Lane.
          Si para dejar de sentirme como Richard debo hacer un ritual de despedida, creo que no tengo mucho que perder y sí todo el universo por ganar.

jueves, 6 de julio de 2006

Tres generaciones de El Clavo

Tres generaciones de El Clavo donde la barriga de cervecero no es lo único en común: Daniel Guzmán (Memento), Diego Porras (el jalapeño), Andrés Meza Escallón (Esbirro), Céxar López (Cabézar Ñópez) y Ricardo Caicedo (Pitch).

sábado, 24 de junio de 2006

La frase de Frasier

Durante algún tiempo he estado buscando una mujer que no tenga miedo, que no tenga traumas de un noviazgo pasado, que no tenga un pasado tormentoso que la persigue, que no dependa (demasiado) de los papás.
          Durante algún tiempo he estado buscando una mujer que sea divertida, inteligente, interesante, bonita, que sea tan independiente que respete que yo valore tanto mi independencia.
          Tras muchas falsas alarmas, he optado por obviar tantos requisitos y acogerme a la frase más memorable (para mí) de Frasier: "Well, it's hard to say what I want. It's been so long since I've really fallen for someone. You know that feeling you get after a first date, when you can't even sleep? You just lie there in bed awake, thinking about her. That's what I want". (Bueno, es difícil decir qué quiero. Ha pasado tanto tiempo desde que me enamoro realmente de alguien. ¿Conoces esa sensación que tienes después de la primera salida, cuando ni siquiera puedes quedarte dormido? Simplemente te quedas en la cama, despierto, pensando en ella. Eso es lo que quiero).

jueves, 8 de junio de 2006

Mi dulce compañía

A diferencia de la mayoría de los mortales, "mi dulce compañía, que no me abandona ni de noche ni de día" no es mi ángel de la guarda sino una 'gripa-eterna'.
          Mentiras, creo que exagero: desde hace unos cuatro años ya no vivo con gripa permanente con cortos intervalos de mejoría, sino lo contrario. Coincidencialmente, el cambio coincidió con la época en la que me cuadré con mi última novia, razón por la cual ella se atribuía el milagrito de la asombrosa remisión de mi gripa-eterna. Aunque reconozco que puede haber algo de cierto (estar bien emocionalmente le arregla el caminado al sistema inmunológico de cualquiera), yo creo que el médico homeópata que me atendió merece más crédito por eso.
          Concluí que la clave de todo está en la visión holística de las cosas. Aunque el doctor tenía diploma de médico normal, lo interesante es que fue el primero que se preocupó por tratar la CAUSA, no únicamente los SÍNTOMAS, como hace el típico galeno. Sin nada muy raro (acupuntura, goticas homeopáticas, terapia con piedras magnéticas, pases mágicos chamanísticos, chi kung... lo usual) el tipo logró curarme. No volví al que hasta entonces había sido mi segundo hogar (el pabellón de emergencias del Centro Médico Imbanaco) y ya las gripas no me dejan de cama por días enteros.
          De todos modos, en lo que sí se parecía a los demás médicos y neumólogos que me habían tratado sin éxito durante tantos años, era en su insistencia sobre el ejercicio. Fue enfático en que no había ninguna terapia (homeopática, occidental, brujería, José Gregorio Hernández, lo que fuera) que funcionara al 100% a menos que yo hiciera ejercicio regularmente. He intentado sin mucho éxito adoptar con juicio varios deportes. Pasé por el atletismo, la natación, el yoga, el chi kung... hasta que llegué al ciclismo. Bueno, eso si montar bicicleta relajado, a ritmo de paseo dominical, una vez a la semana puede llamarse ciclismo.
          Evidentemente, aunque me siento mucho más fuerte que antes, todavía no puedo cantar victoria. Desde la semana pasada "me quería dar gripa" (esta expresión ofende a un amigo como un hierro al rojo vivo en... el ojo porque suena a excusa chimba) pero yo me hice el loco todo lo que pude. Finalmente mi gripa-eterna me tumbó hace dos días. Me tumbé hecho un ente chorreante en mi cama hasta el punto en que mi nochero parecía el cementerio de centenares de Kleenex caídos en batalla.
          Ayer en la tarde me levanté gracias a que el Dolex Gripa hizo el milagro. Hoy me levanté débil pero casi sin síntomas, con el patrocionio de la droga de rigor. Pero sé que la guerra no ha terminado. Mi gripa-eterna sigue allí, enjaulada pero no vencida, aporreando los barrotes de su celda con el plato de latón de los presos, esperando nuevamente a que vuelva a dar papaya.

jueves, 25 de mayo de 2006

Por qué finalmente carro mata man pinta en bus

Muchas mujeres dicen que lo que buscan en un hombre es que sea interesante, sensible a sus necesidades, comprensivo, divertido... y un larguisísimo etcétera. En teoría, esto es más importante que otras consideraciones materiales como, por ejemplo, el aspecto físico (de ahí que "verbo mata carita") o el poder adquisitivo del individuo en cuestión. Sin embargo, entre más mujeres conozco más confundido me siento sobre si creer lo que dicen que quieren o si por el contrario deba guiarme por la evidencia de sus reacciones y elecciones.
          Hace varias semanas que andaba sin un peso, una niña que me encantaba me llamó un viernes por la noche a proponerme que hiciéramos algo porque no quería quedarse encerrada en la casa. Como no tenía ni para comerme un perro en la esquina, me tocó sacar el culebrero que hay en mí para intentar zafarme sin que se diera cuenta de que mi problema era de plata, o más exactamente la falta de ella. Fracasé miserablemente y la nena en cuestión dijo que si salía algún plan barato me volvía a llamar. Obviamente seguí jugando Civilization porque mi teléfono no volvió a sonar.
          Esto me indica que aunque las mujeres digan que la plata no es lo importante, el vil metal es indispensable para propiciar encuentros. No estoy hablando de encuentros tramadores como ir de fin de semana a Jamaica, ni de almorzar langosta en el restaurante más caro de Buenos Aires o rumbear en la discoteca más exclusiva de Ibiza. Aunque estoy seguro de que estas condiciones que sólo el dinero puede comprar descrestan a la mayoría de las mujeres, no son suficientes para algunas si la compañía no es buena. A lo que me refiero es a que incluso si uno se considera buena compañía, sin plata no puede salir a acampar a una finca por cerca que esté, ni compartir una pizza de $3500 si no se tienen los $3500, o disfrutar un espectáculo gratuito si es de noche porque de algún bolsillo debe salir lo del taxi de regreso.
          Es muy posible que todas estas condiciones no sean obstáculo para una salida ocasional (siempre es posible ir a un parque a charlar, ver una película en mi apartamento o algún otro parche que no implique gastar dinero), pero si uno está pensando en una relación no tan fugaz, tiene que hacerse a la idea de que debe invertir. Por eso aunque sigo buscando una novia sensualmente inteligente y divertida, de un tiempo para acá le paro menos bolas a que sea alta, blanca y de larga cabellera negra para darle prioridad a otros aspectos como que su celular sea OLA (para poder llamarla a $30 el minuto) y que viva en el sur para que cada visita no sea para mí una catástrofe financiera por las tarifas nocturnas de taxi.
          Uno podría pensar que esto de necesitar plata para concer a alguien nuevo sólo ocurre en una cultura patriarcal donde se supone que la logística de la conquista sea financiada enteramente por nosotros los hombres. Sin embargo, aunque se supone que el machismo es cosa del pasado, el hecho de que la mujer tenga más plata que el mancito de turno no siempre salva la patria. Incluso las mujeres que tienen carro prefieren que su novio también lo tenga para no tener que manejar. Prefieren sacrificar la independencia por la comodidad de tener alguien que las recoja y que las libere de tener que manejar para, por ejemplo, poder maquillarse mientras se desplazan al sitio a donde van.
          Esto no significa que sólo las mujeres sean interesadas; los hombres también lo somos. Sino, no nos reiríamos con el chiste de que la mujer perfecta es una rubia ninfómana con casa en la playa y dueña de una distribuidora nacional de cerveza. El dinero por sí solo no hace más interesante a alguien, pero sí ayuda mucho en la logística del romance. Esto es cierto mientras se le está 'cayendo a la hembrita', pero se vuelve más importante luego, cuando hay una relación estable. Por eso después de mi devastadora crisis financiera entiendo el alcance del dicho "carro mata man pinta en bus".
          Mi esperanza está cifrada en el tercer dicho: "catre mata todo". Sin embargo, como mi catre no tiene rueditas para andar paseándolo por ahí, creo que tendré que:

  1. sacar el máximo provecho de "verbo mata carita" y
  2. acelerar mi recuperación financiera para evitar que por andar en bicicleta la próxima conquista me la gane algún zoquete sólo porque anda en carro.

domingo, 21 de mayo de 2006

Prefiero un maestro Jedi a un Sith en la presidencia

Un canal muy prestigioso como Caracol hizo un enorme esfuerzo técnico, logístico y diplomático para asegurar que se diera una ronda de preguntas con respuestas de dos minutos a los candidatos a la presidencia. Para evitar situaciones incómodas, incluso se planeó que cada candidato estuviera en un recinto diferente, con tres periodistas y un moderador propios cada uno, con la única condición de que todo se transmitiera en directo. Todas las campañas aceptaron, incluso la del presidente candidato, que aceptó con la condición de que el equipo de producción se desplazara hasta Cartagena.

          Pero Uribe declinó a última hora. Nuevamente, despreció a la opinión pública. Nuevamente se hizo el... loco con el principio que hace funcionar a la democracia: el debate de las propuestas. Este desplante me hace pensar que nuestro presidente cada vez le da más papaya a quienes lo acusan de intolerante. ¿Será que como candidato le basta el dogmatismo fanático de muchos de sus seguidores y por eso desprecia a los que deben ser convencidos con argumentos? ¿O acaso sus asesores temieron que perdiera por enésima vez la compostura cuando lo cuestionan?
          Hay un personaje de ficción que me recuerda mucho esta actitud del presidente, y es Anakin Skywalwer, el Jedi que cayó en el lado oscuro de la Fuerza porque le impacientaba que los políticos no pudieran mostrar resultados en el largo proceso de ponerse de acuerdo. Según sus palabras, "alguien debería obligarlos a ponerse de acuerdo... alguien sabio". Aunque en ese momento tomó como un chiste que pudiera referirse a sí mismo, finalmente ésta fue la semilla de la tiranía que apoyaría ya convertido en el sith Darth Vader. La arrogancia de creerse mejor que el consenso de sus semejantes hacía que quienes cuestionaban los beneficios a largo plazo de sus decisiones le provocaban accesos de cólera, sin importar si se trataba de sus maestros, su esposa o su mejor amigo. Le bastaba con creer que sus intenciones eran buenas y que sus resultados a corto plazo fueran espectaculares, sin contemplar las consecuencias que trajeran después. Creo que el paralelo es evidente.

          Curiosamente el mejor amigo de Anakin no era un Sith, sino un miembro de un cuerpo colegiado que tomaba decisiones con base en el consenso: el maestro Jedi Obi wan Kenobi. Este maestro no le apostaba a los resultados espectaculares a corto plazo sino a los procesos, que no dependen de él sino de muchas personas, y que tienen consecuencias a largo plazo. Creo que es aún más evidente el paralelo con el también candidato Carlos Gaviria.

          Algo que me queda claro es que el lado oscuro de la Fuerza cumplirá sus objetivos de corto plazo sin importar lo que cueste. Sin embargo, me llena de esperanza que haya por lo menos un maestro que represente el otro lado de la Fuerza que, a largo plazo, puede mover a la sociedad a reclamar al Sith de turno el equilibrio que en la ficción consiguió Anakin Skywalker.

miércoles, 10 de mayo de 2006

Desventuras de un tributante primíparo

Después de mucho preguntar, averigüar opciones, salidas legales y no tan legales, la realidad me recibió con la ternura de un muro de concreto: no había opción diferente a pasarme a Régimen Común. Según la ley, sólo quienes facturen más de $60 millones al año deben hacerlo, pero de nada valió que por el momento mi realidad financiera me obligue a hacer malabares para no caer en las fauces de Datacrédito.
          Con el rabo entre las piernas, llené el formulario y con un amigo fuimos tempranito a la DIAN, dispuestos a hacer una de las colas más temibles de la ciudad: la de solicitud del RUT. La que ha sido catalogada como la segunda peor cola, efectivamente se empieza a formar desde antes de las 6:00 a.m. y se enrosca como un dragón chino para casi dar la vuelta a la manzana. Semejante visió n apocalíptica nos sacó despavoridos. Había rumores de que si uno pre-diligenciaba el formulario por Internet no tenía que hacer la cola, pero el guarda apostado en la puerta fue tajante: debíamos hacer la cola como todo el mundo.
          Humillados y presa de la desesperación (no nos pagaban hasta que tuviéramos RUT), fue cuando decidimos ir contra nuestros principios y acudir a la mafia de los tramitadores. Un mensajero nos cobraba $30K ¡por cada uno! Afortunadamente encontramos otro que nos hacía el trámite por la mitad, aunque igual tocó hacer en la notaría la cola para autenticar el poder con el que nos haría el trámite. Cinco días hábiles se convirtieron en tres larguísimas semanas gracias a la magia del Estado, pero finalmente obtuvimos el dichoso papel.
          RUT en mano, me dispuse a presentar mi primera cuenta de cobro con RUT, pero entonces me encontré con la primera sorpresa:

  • Usted es Régimen Común ¿cierto?
  • Sí? ¿algún problema?
  • Pues que no le puedo recibir cuenta de cobro sino FACTURA
  • ...
  • Como usted es Régimen Común, es responsable del IVA y eso debe discriminarse en una factura de venta. Por eso no le sirve una cuenta de cobro, que es para los que no son responsables del IVA.
  • ...
  • A ver (con cara de resignación). Tiene que solicitar una resolución de numeración ante la DIAN y después buscar una tipografía que le preimprima sus facturas con esa numeración.
  • ¡Noooooooooo, otra vez nooooo! (incluir grito de desesperación mal contenido)

Esta vez la cola fue muy corta y la resolución de numeración me llegó a la casa como a los seis días hábiles. Como opté por no pedir resolución para facturas impresas sino generadas electrónicamente, no tuve que hacer la vuelta en la tipografía.
          Un viernes pasé mi factura No.0001 y por primera vez, en lugar de problemas recibí un esperanzador "el cheque te sale para el martes". Previsiblemente, el cheque no salió el martes, sino el lunes de la semana siguiente, con intento fallido de transferencia de por medio, con el patrocinio de El Banco de Bogotá "lo peor para uno".
          Ahora sí, plata en mano, me dispuse a buscar el formulario 300 de declaración de IVA. Me sentí como buscando el Santo Grial y no un formulario que debería conseguirse fácilmente en época de pago de impuestos, pero después de tres buses y medio día perdido, llegué victorioso con el formulario en la mano. Eché mano de cuanta tirilla de supermercado había logrado guardar para descontar IVA pagado, recordando que sólo vale para gastos relacionados con la actividad económica. Ante la duda de si las arepas con queso y la leche Klim serían considerados "gastos relacionados con la actividad económica", concluí que si no como no puedo ejercer mi actividad económica. Metí todo lo que encontré por comida y papelería, pero el IVA enorme que pagué por Salmón no pude incluirlo porque es un activo, no un gasto.
          Una vez hecha la tarea, el contador me ayudó muy amablemente a corregir el lamentable borrador que yo había diligenciado ("en los ingresos se pone la base del impuesto, no el total facturado"... "los reteiva hay que descontarlos acá"). Formulario en mano fui a hacer cola a un banco para pagar, cuando a mi compañero de desventuras tributarias le dio por preguntar si para hacerlo necesitaba presentar el RUT. Abriendo mucho los ojos (como si fuera la pregunta más estúpida del mundo), la niña del Banco dijo que pues claro, que evidentemente. Gracias a Yeinerzinho (sos grande, ché) que me llevó hasta el apartamento a recoger el RUT y de vuelta a Unicentro, llegué justo a las 3:58 p.m., dos minutos antes de que cerraran los bancos. Cuando me di cuenta de que ni corriendo llegaría al banco donde iba a pagar, eran las 3:59 p.m. y estaba parado justo ante un Banco de Bogotá. Tuve que tragarme mi orgullo ("lo peor para uno, lo peor para uno") y entrar justo antes de que el guarda malencarado echara llave a la puerta.
          Después de dos meses de dificultades, por fin logré pagar el impuesto a las ventas, un trámite que debería ser facilísimo para incentivar a la gente a pagar. Y después andan diciendo que quienes advierten que no estamos listos para el TLC son aves de mal agüero que no creen en el país...