viernes, 24 de junio de 2011

¿Y qué piensas sobre los hijos?

Cuando somos conscientes de nuestra propia mortalidad, nos entra el afán de dejar algún tipo de legado que sirva de prueba de nuestro paso por el mundo. Para muchos de nosotros, ese tipo de inmortalidad se alcanza a través de hijos que nos recuerden y que "continúen el apellido". Sin embargo hay que pensarlo.

Por un lado los hijos son un pésimo negocio: los padres quedan exhaustos financieramente y casi inhabilitados para hacer otra cosa distinta a cuidarlos y trabajar.

Pero por el otro lado estamos programados genéticamente para que nos gusten los niños a pesar de todas las objeciones racionales, hasta el punto en que daríamos la vida por la de nuestros hijos sin dudarlo, cosa que muy posiblemente no haríamos por otros. Según los padres que conozco, tener a sus hijos les cambió la vida para bien y las mayores fuentes de satisfacciones en la vida, incluso más que las personales y profesionales, son los logros de sus hijos.

Creo que el mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es ser conscientes de nuestros traumas y complejos. Aunque la mayoría no ha salido tan mal a pesar de haber tenido pésimos padres, el mundo sería un lugar mejor si tratamos de lidiar con nuestros problemas para no ir a pasárselos inconscientemente a nuestros hijos. Yo me estoy preparando financiera y psicológicamente para estar en las mejores condiciones posibles para tener uno o dos hijos máximo porque ya pasaron los tiempos del "creced y multiplicaos".

3 comentarios:

El Marqués de Carabás dijo...

Guardando las proporciones, si uno hace lo que sea por su mascota favorita (llena de virtudes y defectos como cualquier otro animal), ¿qué no haría uno por uno hijo, (lleno de virtudes y defectos como cualquier otro humano)?

Lo primero, como dices, es maximizar nuestras virtudes y minimizar los defectos antes de tener o bien una mascota o bien los hijos.

mileruiz dijo...

interesante blog, divina la foto..jaja

Miguel dijo...

Seguramente a todos les llega la hora de multiplicarse - y algunos se resisten a la tentación.