Por un lado los hijos son un pésimo negocio: los padres quedan exhaustos financieramente y casi inhabilitados para hacer otra cosa distinta a cuidarlos y trabajar.
Pero por el otro lado estamos programados genéticamente para que nos gusten los niños a pesar de todas las objeciones racionales, hasta el punto en que daríamos la vida por la de nuestros hijos sin dudarlo, cosa que muy posiblemente no haríamos por otros. Según los padres que conozco, tener a sus hijos les cambió la vida para bien y las mayores fuentes de satisfacciones en la vida, incluso más que las personales y profesionales, son los logros de sus hijos.
Creo que el mejor regalo que podemos darles a nuestros hijos es ser conscientes de nuestros traumas y complejos. Aunque la mayoría no ha salido tan mal a pesar de haber tenido pésimos padres, el mundo sería un lugar mejor si tratamos de lidiar con nuestros problemas para no ir a pasárselos inconscientemente a nuestros hijos. Yo me estoy preparando financiera y psicológicamente para estar en las mejores condiciones posibles para tener uno o dos hijos máximo porque ya pasaron los tiempos del "creced y multiplicaos".