domingo, 1 de octubre de 2006

Ratzinger, la Sharia, Flint, Samper Ospina, Bush y las lecciones de la incultura

'Culto' o 'cultivado'

En una tertulia se debatió que usar la palabra 'culto' para distinguir a quienes hubieran estudiado algo distinto a su propia cultura era políticamente incorrecto porque cualquier persona, por el simple hecho de vivir dentro de una cultura, ya se le debía considerar como culta. Para no agarrarnos, acordamos que la palabra 'cultivado' era aceptable para todas las partes en lugar de 'culto', pero yo sigo pataleando que de alguna forma sí hay que distinguir a los que se esfuerzan por trascender su propia cultura de los que no.

Islam y Occidente

Hace unos días en Bogotá un taxista me decía que el Papa Ratzinger había sido muy bruto al provocar con su discurso a los musulmanes, pero yo creo que fue más bien fueron los medios (que lo citaron fuera de contexto para armar bonche) los que subestimaron las diferencias entre nuestras culturas.
          Por un lado, varios países de mayoría musulmana se rigen por la Sharia, en la que la religión y el Estado no son ámbitos separados. Es decir, si algún habitante de estos países se siente agredido en su fe casi automáticamente sentirá atacada también a su cultura y la seguridad del Estado. Así no sería de extrañar que los defensores de la fe (autoproclamados o institucionalizados) tomen una declaración descontextualizada como un acto de guerra. El Islam es descrito por sus defensores como una religión de paz y concordia, pero lamentablemente para los noticieros del Imperio los que son noticia y suben la audiencia son los fanáticos que queman banderas y no la gran mayoría de musulmanes que suelen ser mucho más tolerantes.
          Por otro lado, para nosotros es de lo más natural que cualquier persona exprese su opinión sin que por eso su vida o integridad física corra peligro (o al menos en teoría). Larry Flint y su revista Hustler sentaron un precedente importante en el que si la Ley gringa lo protegía a él, que se describía como el peor de todos, entonces eso garantizaba que la Ley protegería los derechos de cualquiera de los demás ciudadanos. Más cerquita, Daniel Samper Ospina y la revista SoHo también lograron que el juez que se ocupó del caso desestimara lo que los defensores de la fe (en este caso sí autoproclamados) consideraban una ofensa a sus creencias religiosas. Lo bueno de esto es que la misma Ley que salvó a Samper Ospina de la cárcel es la misma que les permite a sus acusadores profesar libremente su religión. Si en un futuro hipotético la mayoría de la población fuera por ejemplo musulmana o (líbranos Señor) evangélica, sería esta separación entre la Ley del Estado y los dogmas religiosos la que permitiría que excomulgaran libremente a todos los directores de revistas o médicos abortistas que quieran sin que por ello les caiga la Fiscalía.
          Nuestra cultura democrática está fundamentada en el derecho a criticar lo que no nos guste, ya sea algún pecadillo de la Iglesia o la enésima improvisación de nuestro proactivo Presidente. El Papa Ratzinger también tiene derecho a expresar en Alemania cualquier posición argumentada que guste. Si la Ópera de Berlín quiere representar Idomeneo en Berlín con alusiones a las religiones (incluidas máscaras de Jesús, Júpiter, Buda y Mahoma) también deberían poder hacerlo sin temor a las represalias de los fanáticos musulmanes, ya que es válido dentro de nuestra cultura.

Ignorancia peligrosa

Sin embargo, cuando sólo experimentamos a nuestra propia cultura tendemos a creer que es la única opción válida posible. Para la muestra dos perlas:
          La primera, el emperador Bush tratando de imponer la democracia en un país de tradición cultural musulmana como Irak. La democracia no es un repuesto que se enchufa y se enciende y listo; es una institución que debe funcionar en forma integrada con la cultura. El desconocimiento de este hecho e innumerables metidas de pata sugieren que Bush es tan ignorante de cómo se vive más allá de su rancho en Texas que no podríamos llamarlo precisamente culto.
          La segunda, los casos de jóvenes asesinadas en Europa por sus propios familiares con la disculpa de estar quebrantando las costumbres del Islam. Una cosa es que en un país regido por la Sharia sea visto como válido que los defensores de la fe castiguen con la muerte a las jóvenes que se aparten de la costumbre. A mí como occidental tercermundista no me gusta, pero es algo que las musulmanas y los padres, hermanos y esposos que dicen amarlas deberían intentar cambiar allá, desde dentro, si no están de acuerdo. Pero otra cosa muy distinta es que viviendo en Europa, los familiares de las víctimas no hayan intentado integrarse a la cultura que escogieron para vivir. Es muy común que los inmigrantes musulmanes no aprendan el idioma local, vivan en comunidades cerradas de sus correligionarios y rehúsen adaptarse a las costumbres de su entorno. Sus hijas estaban viviendo de forma consistente con la cultura occidental en la que vivían, pero sus familiares no le dieron a esta cultura una oportunidad de mostrar si tenía algo positivo qué aportarles.
          En plena Europa del siglo XXI, las jóvenes musulmanas pagaron con su vida la incultura de sus parientes. Miles de soldados gringos enviados a Irak a imponer una institución extraña a la cultura local pagaron con su vida la incultura de su presidente.
          Y después dicen que es políticamente incorrecto llamar inculto a alguien que, por no intentar trascender las costumbres y prejuicios de su propia cultura, haga de su ignorancia algo peligroso.

6 comentarios:

Juan Lorza dijo...

como ya lo hablamos en alguna oportunidad, este es un tema encantador y a veces terriblemente triste, te voy a recomendar el artículo de opinión de Caballero en esta semana........

Daniel dijo...

Qué buen post Meza. El problema de siempre: la perspectiva. Tomarse la molestia de moverse un poquito y bajar de la cima del monte en el que vivimos...no es tan malo, a veces es solo cambiar de dirección.

César López dijo...

Comparto la opinión de Daniel. ¿Pero desde dónde se deben mirar las cosas? ¿Hasta dónde mi punto de vista es válido?

Andrés David dijo...

Perspectiva es una buena palabra. Difícil de mantener, eso si.

En general, mi posición frente a las preguntas de César es que un punto de vista es válido mientras me permita entender/comprender/abarcar el mayor número de fenómenos.

Lo que queda por fuera obliga a una reflexión y probablemente obligue a a modificar el punto de vista existente.

Dicho de otra forma, creo que hay que enfrenter la cuestión de la perspectiva con el método científico: mantememos una explicación mientras explique el mayor número de fenómenos, la cambiamos cuando sea necesario.

MAREÑA dijo...

"...y prejuicios de su propia cultura, haga de su ignorancia algo peligroso" estoy completamente de acuerdo, por más leyes y costumbres no me cabe en la cabeza que un padre (madre) acepte matar a sus hijos...

Anónimo dijo...

Me gustó tu post, pero no estoy de acuerdo en que el problema de Bush sea su "incultura": el man no es tan bruto como se hace, y seguramente sabe que el cuentico de la democracia en Irak es solo eso, un cuento que se tienen que tragar sus electores. La política exterior norteamericana ha camuflado intereses geopolíticos y económicos bajo el supuesto deseo de propagar la democracia y la libertad a otras naciones desde mucho antes de que Bush junior hiciera su aparición en el planeta. Los incultos son los gringos que votan por él y siguen creyendo que la misión histórica de Estados Unidos es democratizar al planeta entero.