viernes, 11 de septiembre de 2009

El derecho a cagar dignamente

Mucho se ha hablado del derecho al trabajo, a la vida, a la libre expresión, incluso a morir dignamente. Pero es escandaloso que nadie se haya preocupado por el derecho más fundamental de todos: el derecho a cagar dignamente.

          Me parece fundamental porque en plena adolescencia sufrí un episodio tan aterrador que no se lo deseo ni a Chávez: me dio estreñimiento crónico y durante 11 días me fue imposible hacer uso del 'trono'. Ya podrán imaginar mi angustia: estando imposibilitado para evacuar lo que tenía que salir, cual niña anoréxica me negaba a comer para que no entrara nada que agravara la situación. Por los pasillos del colegio me arrastraba pálido, sudando frío, con los pelitos de la nuca erizados. A la semana ya parecía desplazado etíope: flaco y ojeroso, pero con una panza templada y perfectamente esférica. Pero lo peor de todo es que el baño de mi casa dejó de ser ese refugio de lectura y relajación para volverse el escenario de mis peores pesadillas.

          En vista de que el médico de la EPS sólo se burlaba de mi cobardía y me recetó simplemente que comiera banano, tuve que recurrir al tío médico. Una bolsa de lavado intestinal obró el milagro y fui libre de nuevo. Por eso propongo que La Corte Penal Internacional incluya en los cargos a la guerrilla las penurias por las que hacen pasar a los secuestrados cuando deben hacer del "número dos". También que los corruptos que se roban el papel higiénico de los colegios públicos sean condenados a ahorcamiento en plaza pública. Nadie debería verse privado del nirvana que experimenté cuando por fin pude asumir de nuevo la posición de super saiyajin en el mueble principal del baño. Juro que nunca fui tan feliz, ni siquiera cuando Gokú llegó a Namekuseí.

8 comentarios:

MAREÑA dijo...

Creo que casi todos los seres humanos hemos experimentado esas angustias, algo tan natural se convierte en pesadilla como tú dices, en pena, dolor, trauma y angustia; pero por qué te acuerdas de este episodio de adolescencia? te pasó ayer otra vez?

César López dijo...

Excelente Meza, la forma como describís tu desgracias es muy buena. Eso me hace acordar que cuando uno está que se hace popis y va llegando a la casa, hay un sensor de proximidad que se acelera cada vez que nos acercamos al baño y generalmente cuando pasa eso suceden dos cagadas peores que la de uno: o el baño está ocupado o no hay papel higiénico.

Gracias mano!

Anónimo dijo...

Tambien hay gente que le da pena entrar a los baños publicos, por ejemplo en las universidades a algunos les da pena hacer del dos en ellos, como si las otras personas no hicieran y se pegan unas aguantadas que mejor dicho.

Andrés Meza Escallón dijo...

Mareña: He estado comiendo banano cual chango desde entonces, así que dudo mucho que me vuelva a pasar. Sin embargo las recientes pruebas de supervivencia de los policías secuestrados me hizo recordar esas penurias, sumadas a otras peores por las que deben estar pasando.

César: Sí, el cuerpo es sabio y sabe cuándo apretar. Por eso la maravilla de vivir solo es que tu baño nunca estará ocupado y siempre tengo stock de 8 rollos de papel higiénico por si acaso.

Anónimo: Yo soy de esos. Me niego a "hacer del cuerpo" (como diría la mamá de Andrés López) fuera de mi casa, porque para mí es un ritual, casi espiritual, que merece su tiempo y una buena revista para acompañarlo. De hecho nunca volví a leer tanto como cuando mantenía un libro sobre la cisterna del inodoro...

Johanna Perez Vasquez dijo...

Te acercas peligrosamente al humor negro y cruel. Me recordaste ese chiste horrible que dijeron en un programa de dizque humor, esos que pasan los sábados en la tarde "Ingrid Betancurt tiene buen cuerpo porque la dieta del secuestro le sirvió".
Celebro que no te dejes abatir por la desgracia del secuestro pero no sé, no me siento cómoda tocando el tema de este modo.
Ahora por favor revisa la forma en que contestaste los comentarios: "las recientes pruebas de supervivencia de los policías secuestrados me hizo", estás conjugando el verbo como periodista de noticiero de mediodía.
Yo, a diferencia de ustedes, escucho los designios de mi cuerpo esté donde esté, como niña precavida cargo con papel higiénico en el bolso, morral, maleta, etc. y no, eso de leer me parece sinónimo de estreñimiento, hasta donde sé uno va a lo que va y no da tiempo de leer.

El Marqués de Carabás dijo...

Pues supongo que por eso, por tomar la posición de Gokú, fue que un muy buen tiempo tuviste el cabello amarillo. No largo y alborotado, pero sí por la fuerza de su Kí...

No me mande mas spam dijo...

Titulo desesperado, pero es exactamente el que se merece el articulo. La cago Ud con minimo grado de dignidad.

Antonio E. dijo...

Definitivamente es algo que no le deseo a nadie, no lo he sufrido pero he visto a otros sufriendo por esa razón.

Es uno de esos momentos íntimos en los que espero no ser interrumpido, me gusta tomarme mi tiempo sin embargo no suelo leer, hablar por teléfono ni algo parecido como hacen otras personas. Como dice Licuc voy a lo que voy.