Después de muchos meses de obras en la vía pública, trancones y polvaredas, por fin arrancó a funcionar el MIO en Cali. Desde sus amplios ventanales he podido ver a Cali con otros ojos, desde un ambiente con aire acondicionado y libre de los alaridos del PepeSón y otros locutores de la misma calaña de Esaín Tello.
El jueves 2 de abril, en uno de mis plácidos viajes a bordo del MIO, me encontré con algo inaudito: la Autopista Panamericana, la que se supone es la vía más importante del continente porque atraviesa buena parte del mismo, estaba bloqueada por lo que en Colombia llamamos un trancón (embotellamiento de tráfico vehicular). Hasta la típica protesta indígena hubiera sido entendible, pero en un cruce donde los semáforos estaban funcionando normalmente se armó un nudo Gordiano que duró 25 minutos en desenredarse.
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Los carros que venían de Ciudad Jardín eran tantos, que los que habían pasado el semáforo en verde no alcanzaron a llegar a Carrefour antes de que cambiara el semáforo de la Panamericana. Todos los carros, incluyendo el bus del MIO en el que iba yo, pasaron el semáforo y quedamos en mitad del cruce esperando que los primeros trancados circularan.
Como los que veníamos por la Panamericana quedamos estorbando a los que venían de Aventura Plaza, en cuanto su semáforo cambió a verde, se abalanzaron suicidamente a sumergirse en el trancón, bloqueando a su vez a los que venían del sur por la Panamericana, incluyendo otro bus del MIO.
¿Y por qué no nos desatrancábamos? Porque en cuanto alguien se movía un poquito para adelante, alguien (por lo general motociclistas y taxistas) ocupaba el hueco, dejando todo todavía más apretado que antes. Nadie quería ceder la vía para que todos nos pudiéramos desenredar, ni hacer caso de los auxiliares del MIO que salieron de la Estación desesperados porque el trancón estaba afectando el horario que deben cumplir los buses azules.
Tuvo que llegar un grupo de policías para que la gente los respetara y se abstuviera de abalanzarse sobre el primer huequito que se abría en el tránsito. Nada de esto hubiera pasado si los que veían que no podrían pasar porque había trancón, hubieran esperado a que el semáforo cambiara a rojo y luego nuevamente a verde para pasar por una vía despejada. Como decía un barranquillero que conocí: a Cali le metieron tecnología, pero si no le meten civismo a la gente, no va a llegar el progreso que se supone viene con la tecnología.