miércoles, 26 de diciembre de 2007

Las amigas de mi novia

A menos que se trate de una mutante recién llegada de Chernobil (Rusia), toda hembrita con la que uno se llega a cuadrar tiene amigas a su alrededor. Eso es importante tenerlo en cuenta porque cuando uno entra en la vida de alguien como novio, necesaria, inexorable e inevitablemente va a tener que permitir que las amigas de ella se metan en la vida de uno.

Todo comienza de la manera más inocente: uno cree que ella sólo tiene una amiga, Paola, esa en común que se la presentó a uno en primer lugar. Pero resulta que Paola es una de esas amistades distantes con la que se ve cada mil años, lo que explica por qué uno nunca había visto a su novia antes, ni siquiera en las fotos que Paola sube a Facebook. Uno empieza a creer que su nueva conquista es una de esos exóticos especimenes solitarios que uno va a poder tener sólo para uno, en un paraíso idílico donde el resto del planeta juega simplemente el papel de distantes extras.

Sin embargo, la ilusión dura dos semanas, máximo tres. A menos que uno tenga un olfato excepcional para las emboscadas, la novia lo enreda diciendo que ese fin de semana sólo para dos (en el que pensaban darse como a ratas) van a tener que posponerlo porque "una amiga del colegio está cumpliendo años". Si uno accede a cambiar sus planes (porque es que son "unidísimas" y da pena ser el malo del paseo), de ahí en adelante ya no va a poder tener un fin de semana a solas porque siempre va a salir una amiga del colegio que cumple años ese sábado. Ojo que no es viernes ni domingo sino sábado, atravesado de tal forma que uno necesariamente debe sacrificar el otro plan. Cuando pasa casi un año en las mismas, uno empieza a creer que a su novia la hacinaban durante el bachillerato en un galpón con 50 o más compañeras (¿de dónde putas salen tantas amigas del colegio diferentes?), hasta que se pone a hacer cuentas y resulta que le metieron de contrabando también a las amigas de la universidad, las del club, las de la oficina… En últimas, uno acaba dándose cuenta de que esta hembrita conocía directa o indirectamente a todas las mujeres de la ciudad.

De tanto verse con todas esas hembritas uno empieza a creerse amigo de ellas, hasta se deja invitar a sus parches cuando la novia no está en la ciudad para no quedarse solo (obvio, uno dejó de ver a los amigos hace meses por estar yendo a tanto cumpleaños y ya ni lo tienen en cuenta para salir). Sin embargo, no más es que uno tenga un problema con la novia para que todas sus amigas muestren los dientes y saquen las garras. El amor hace que la novia sólo vea en uno cualidades y casi ningún defecto, mientras que las amigas pareciera que hubieran hecho una especialización en auditoría porque le hacen inventario exhaustivo de cada pequeño defecto y llevan el historial de cada pequeña embarrada que uno haya podido cometer.

Si llegan a terminar, la ex novia sólo va a escuchar de sus amigas acusaciones contra uno sustentadas como si estuvieran en juicio ante un tribunal militar. Ante semejante lavado de cerebro, en el imaginario de la ex novia uno deja de ser "mi gordito divino" para convertirse en "el enano asqueroso" y terminar como "el hijueputa ese".

Pero ¿saben qué es lo peor? Uno supone que después de elaborar el duelo, hacer las paces con el pasado y volver a subir su autoestima, va a poder empezar otra relación sin problemas. Pero no. Resulta que cada nena en edad de merecer en toda la ciudad es amiga en mayor o menor grado de su ex: para ellas, uno es como uno de esos parias de la India a quienes ni siquiera les contestan el celular. Y no importa que uno haya sido un buen novio y la ex ya esté felizmente casada con un senegalés musculoso de dos metros, la lealtad de amiga puede más y jamás van a permitir que uno se les acerque.

¿Qué hace uno en esos casos? Puede intentar cambiarse el nombre y hasta dejarse el bigote y las gafas oscuras (incluso de noche) para no ser reconocido en la calle. O probar suerte en otra ciudad donde las mujeres no conozcan a la ex de uno. Por ejemplo, en Senegal.

8 comentarios:

Andrés David dijo...

¿Es una discusión teórica o práctica? Mejor dicho: ¿estás haciendo un análisis con visión hacia atrás o pasó algo en estos días que te hizo replantear el asunto?

Me huele a una noche de anécdota, tabaco y cerveza. Aunque solo te gusten dos de tres... jeje.

MAREÑA dijo...

todo eso es muy cierto, las amigas, somos muy pocas las que dejamos las amigas a un lado para comenzar una relación, así no se meten en la vida de uno o mejor uno no las involucra, conozco casos que dicen: si no aceptas a mi mejor amiga, no tenemos nada que hacer, la conocí primero a ella, suerte, que se abra si no acepta mi mejor amiga y así se va el futuro pretendiente aburrido por tener que competir con la mejor amiga de su novia

Unknown dijo...

Mi querido Andrés, no todo está pérdido. Alguna vez mi psicologa (si, las psicólogas van a psicóogas...) me decía que en últimas uno tiene amigos porque encuentra en esas personas cosas en común y dentro de las tantas cosas en común que uno puede encontrar es el mismo gusto, ya sea la forma de vestir, de hablar, la música y hasta (en mi caso) los hombres. Así que no lo veo tan catastrófico, veo más bien que tenés que darle la vuelta al asunto, a las mujeres nos gustan tipos interesantes, que nos reten, que le pongan misterio y magia a nuestras vidas y creo que el ex de una mejor amiga y de una amiga de toda la vida cumple con ese perfil... Es una cuestión de la manzana prohibida, del tercero excluído, del tabú escondido que puede hacer que cualquier relación con un ex de la amiga se pueda volver interesante. Así que Go On!!!

El Marqués de Carabás dijo...

Pues me dejé el bigote y como que tampoco funciona... por eso, probaré ahora sin él... y sin ella...

Anónimo dijo...

jjajajajja, muy buena la reflexión.

Te va a tocar meterte con alguien poco sociable y así evitas que cuando termine la relación quedes marcado como el "ex de mi amiga" y tengas algún chance, la otra opción es que te cuadres con alguien de otro planeta o por lo menos que esté convencida de serlo

Anónimo dijo...

Por que a los hombres les encanta la expresión "darles como a ratas" ? que rayos les pasa?

Johanna Pérez Vásquez dijo...

El comentario que debía.

Él o la anónima me recordó que esa frase me pareció muy fuerte, no sé si soy muy rola o qué pero no acabo de acostumbrarme a ese tipo de expresiones. Ahora a lo que vine.

Muy paila si uno se mete con una persona que no puede dejar de verse con los amigos ahora que tiene pareja, porque cuando uno se cuadra las cosas forzosamente cambian. Tampoco estoy de acuerdo con aquellos que abandonan a todos sus amigos porque ahora tienen amorcito, como el caso del tipo que planteas, pues luego están buscándolos para que les curen la tusa y eso no es buen negocio. Yo soy de las que se resiente con aquellos que sólo me buscan para darles consejos cuando el idilio está pasando por una crisis o se acabó definitivamente y más por estos días, así que aunque tenga un tono insoportable de cliché, la clave está en el equilibrio, como diría Chinquinquirá Blandón, según cuentan quienes han leído su libro Manual para Desenamorarse, el truco está en buscar varias fuentes de satisfacción para que cuando una falle las demás estén de apoyo.

Anónimo dijo...

Discusión teórica-práctica relevante si estás haciendo una lectura en retrospectiva o desayunando "tusa" cruda.

Bacano que entre los puntos de equilibrio de la pareja como dice la señora de Chiquinquirá, se cuenten con los amigos de cada un@.

Lo único en lo que no concuerdo es que el parche de amigas (como fue mi historia) sean ex parejas con historias sin resolver o amigas que le tiran los perros a tu pareja.. (Círculo gástrico, cuáles amistades...!!)