Desde hace varias semanas Vladdo ha venido publicando una serie de caricaturas que muestran a Uribe en el rol de 'Apretadito', protagonista de unos comerciales que nunca puede estar a sus anchas porque siempre le acomodan más gente en su espacio. Particularmente, el escándalo reciente por el destape de nexos de políticos y funcionarios uribistas con el paramilitarismo, han hecho aparecer al Presidente cada vez más apretadito.
El escándalo ha sido tan grave, que la senadora liberal Piedad Córdoba ha pedido la renuncia de Presidente. A su juicio, no es moralmente defendible que un funcionario con tanto poder y responsabilidad siga en su cargo cuando tantos de los colaboradores y simpatizantes por los que ponía la mano en el fuego hayan resultado detenidos, investigados o acusados por su relación con paramilitares. Y aunque no es la primera vez que se propone la renuncia de un funcionario cuestionado, éstos han afrontado la situación haciéndose los locos o asumiendo su responsabilidad.
Al menos el ex gerente interventor de Emcali, cuando fue acusado de contratación indebida, tuvo la decencia de renunciar a su cargo para no afectar a la institución que logró volver rentable y eficiente después de haber sido considerada desahuciada por el sistema financiero y candidata a privatización. Renunciar al cargo no significa reconocer culpa alguna por las acusaciones, a pesar de la actitud de Ernesto Samper que puso la defensa de su buen nombre por encima de los intereses del país. Renunciar al cargo en estas circunstancias tiene una razón práctica: el acusado no levantará sospechas de estar presionando a sus subalternos para que tapen cualquier irregularidad, ni perderá tiempo de trabajo en juzgados o ante la prensa. La institución debería ser la prioridad porque presta un servicio a la comunidad, y esa función no debería ser afectada por la situación particular de un funcionario, por importante que éste sea.
Por eso me asombran las declaraciones de varios oyentes de La W, que siguen manifestando cosas como "Hay que apoyar al Presidente". ¿Cómo así? Yo entiendo que uno apoye a un hermano que esté investigado (como fue el caso de Daniel Samper Pizano o el actual de la Canciller Araújo), pero se supone que un funcionario del Ejecutivo es un empleado público, al cual se le está pagando por su trabajo y que debe responder por sus acciones. A un familiar se le quiere y se le apoya más allá de cualquier embarrada, pero parece que muchos uribistas están confundiendo al funcionario público con el personaje que les llegó al corazón prometiéndoles lo que querían oír y actuando como les gusta ver (independientemente de sus efectos a largo plazo).
Personalmente, yo no llegaría tan lejos como Piedad Córdoba. A pesar de los rumores insistentes y las suspicacias que Uribe despierta en cuanta ONG existe, hasta ahora de lo único de lo que se lo puede acusar es de no saber escoger sus compañías. Por eso lo único que yo pediría es que como colombianos rodeemos a las instituciones que nos prestan un servicio (la Presidencia, el Congreso, la Fiscalía, el Ejército) antes que a los funcionarios. Uribe como Presidente debería claramente tomar distancia de todos los acusados de nexos con el paramilitarismo para que la Presidencia como institución (que es lo que realmente nos debe interesar a largo plazo) quede salvaguardada de toda sospecha. Como dijo Cayo Julio César, un personaje con quien Uribe a mi parecer tener mucho en común, "Caesar's wife must be above suspicion" (la esposa de César debe estar más allá de toda sospecha). No basta con que la Presidencia no tenga nexos con el paramilitarismo; además, debe parecerlo.