Durante algún tiempo he estado buscando una mujer que no tenga miedo, que no tenga traumas de un noviazgo pasado, que no tenga un pasado tormentoso que la persigue, que no dependa (demasiado) de los papás.
Durante algún tiempo he estado buscando una mujer que sea divertida, inteligente, interesante, bonita, que sea tan independiente que respete que yo valore tanto mi independencia.
Tras muchas falsas alarmas, he optado por obviar tantos requisitos y acogerme a la frase más memorable (para mí) de Frasier: "Well, it's hard to say what I want. It's been so long since I've really fallen for someone. You know that feeling you get after a first date, when you can't even sleep? You just lie there in bed awake, thinking about her. That's what I want". (Bueno, es difícil decir qué quiero. Ha pasado tanto tiempo desde que me enamoro realmente de alguien. ¿Conoces esa sensación que tienes después de la primera salida, cuando ni siquiera puedes quedarte dormido? Simplemente te quedas en la cama, despierto, pensando en ella. Eso es lo que quiero).
sábado, 24 de junio de 2006
La frase de Frasier
jueves, 8 de junio de 2006
Mi dulce compañía
A diferencia de la mayoría de los mortales, "mi dulce compañía, que no me abandona ni de noche ni de día" no es mi ángel de la guarda sino una 'gripa-eterna'.
Mentiras, creo que exagero: desde hace unos cuatro años ya no vivo con gripa permanente con cortos intervalos de mejoría, sino lo contrario. Coincidencialmente, el cambio coincidió con la época en la que me cuadré con mi última novia, razón por la cual ella se atribuía el milagrito de la asombrosa remisión de mi gripa-eterna. Aunque reconozco que puede haber algo de cierto (estar bien emocionalmente le arregla el caminado al sistema inmunológico de cualquiera), yo creo que el médico homeópata que me atendió merece más crédito por eso.
Concluí que la clave de todo está en la visión holística de las cosas. Aunque el doctor tenía diploma de médico normal, lo interesante es que fue el primero que se preocupó por tratar la CAUSA, no únicamente los SÍNTOMAS, como hace el típico galeno. Sin nada muy raro (acupuntura, goticas homeopáticas, terapia con piedras magnéticas, pases mágicos chamanísticos, chi kung... lo usual) el tipo logró curarme. No volví al que hasta entonces había sido mi segundo hogar (el pabellón de emergencias del Centro Médico Imbanaco) y ya las gripas no me dejan de cama por días enteros.
De todos modos, en lo que sí se parecía a los demás médicos y neumólogos que me habían tratado sin éxito durante tantos años, era en su insistencia sobre el ejercicio. Fue enfático en que no había ninguna terapia (homeopática, occidental, brujería, José Gregorio Hernández, lo que fuera) que funcionara al 100% a menos que yo hiciera ejercicio regularmente. He intentado sin mucho éxito adoptar con juicio varios deportes. Pasé por el atletismo, la natación, el yoga, el chi kung... hasta que llegué al ciclismo. Bueno, eso si montar bicicleta relajado, a ritmo de paseo dominical, una vez a la semana puede llamarse ciclismo.
Evidentemente, aunque me siento mucho más fuerte que antes, todavía no puedo cantar victoria. Desde la semana pasada "me quería dar gripa" (esta expresión ofende a un amigo como un hierro al rojo vivo en... el ojo porque suena a excusa chimba) pero yo me hice el loco todo lo que pude. Finalmente mi gripa-eterna me tumbó hace dos días. Me tumbé hecho un ente chorreante en mi cama hasta el punto en que mi nochero parecía el cementerio de centenares de Kleenex caídos en batalla.
Ayer en la tarde me levanté gracias a que el Dolex Gripa hizo el milagro. Hoy me levanté débil pero casi sin síntomas, con el patrocionio de la droga de rigor. Pero sé que la guerra no ha terminado. Mi gripa-eterna sigue allí, enjaulada pero no vencida, aporreando los barrotes de su celda con el plato de latón de los presos, esperando nuevamente a que vuelva a dar papaya.