"El grupo de rebeldes era perseguido por un ejército de robots cuando éstos se vieron rodeados y atrapados contra un camión (como los de bomberos, pero color verde oscuro). De entre la multitud empecé a gritar que era el colmo que el gobierno tuviera que pagar por llevarlos presos. Argumenté que en lugar de traer una patrulla para llevarlos a prisión, era más patriótico usar ese camión abandonado para transportarlos y así ahorrarle el dinero de la gasolina al erario público. Mi lógica computó impecablemente en el análisis de beneficio/costo de los robots, que nos permitieron subir y sacar a la calle el camión con los rebeldes a bordo. Al menos por esta vez, mis habilidades de culebrero paisa funcionaron perfectamente". Finalizado su relato, Samuel guardó silencio y esperó a que otro de los presentes narrara su sueño de la noche anterior.
"Yo estaba con una mujer, nos abrazábamos y besábamos apasionadamente. La llevé en mis brazos hasta las escaleras, la dejé yacer de espaldas sobre los escalones y me acosté sobre ella. Seguí besando sus labios y empujando rítmicamente mi pelvis contra la suya, sus piernas entreabiertas temblando de emoción bajo la tela de mezclilla del jean. Estaba pensando cómo me gustaría penetrarla justo en ese momento, disfrutar de sus anchas caderas acentuadas por su estrecha cintura... cuando de repente me quedé helado. Llegó a mi mente la clara imagen de que la configuración del universo estaba cambiando. Salté de los brazos de la mujer y subí el tramo faltante de escaleras en busca del libro de las estrellas para buscar un indicador. Al pasar las páginas encontré que todo seguía igual, excepto por un signo astral que no era el mío sino el de Daniel. Sus indicadores probabilísticos mostraban la inminente llegada del viajero. Bajé a zancadas las escaleras y abrí la puerta principal. Subiendo las escaleras desde la calle, venía un agotado pero sonriente Daniel, quien después de abrazar a su madre (la de los jeans), la soltó para abrazarme a mí. Cuando desperté, todavía tenía una enorme erección debajo de mí por lo que había pasado con su madre". Lucas guardó silencio suponiendo que los demás también debían tener tremenda erección justamente en ese momento.
Fue entonces el turno de Daniel. "Me vi avanzando rápidamente por la calle. Estaba sobre una especie de camión de bomberos, pero de color verde oscuro. Más específicamente, estaba colgado de una especie de barra telescópica, que se alejaba cada vez más del camión, lo que hacía más difícil sostenerme por el aumento de la inercia en cada curva que tomaba el vehículo. Usando toda mi fuerza, fui acercando cada segmento de la barra telescópica hasta su origen. Vi que nos acercábamos rápidamente al final de una calle mocha, donde había una montaña coronada por una casa de varios pisos. Una larga escalera de cemento llevaba de la calle hasta la puerta de la casa. Cuando acabé de recoger la barra telescópica, me di cuenta de que era una linterna negra, tan grande que había que tomarla por un asa en lugar de por el cuerpo. Linterna en mano, me encontré de pie en la calle y subí el primer escalón de la montaña".
Los segmentos de la simulación habían sido presentados. Las predicciones del modelo matemático manifestadas a través de sueños habían probado nuevamente su efectividad. No importa que los detalles (el cómo) no tuvieran mucho sentido, lo relevante era la convergencia de las ecuaciones en el resultado (el qué). Daniel ya sabía que con las condiciones iniciales conocidas y los estímulos externos previstos podía salir de su aventura con bajas probabilidades de morir en el camino.
Satisfechos con el resultado, los operadores del simulador de futuros alternos del Ministerio borraron la memoria de todos los presentes para que Daniel pudiera hacer su viaje con completa incertidumbre.
domingo, 26 de agosto de 2007
Sueños en el Ministerio
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