100 científicos e ingenieros, llegan a Marte a establecer la primera base permanente de la Humanidad en otro planeta. Rusos, gringos, un psicólogo francés y algunos otros colonos de nacionalidades surtidas tienen el reto de sobrevivir en un planeta hostil, lejos de cualquier posibilidad de rescate desde la Tierra, pero también de repensarse una sociedad que ya no está constreñida por las circunstancias del mundo que nos vio nacer. Para unos es la oportunidad perfecta para empezar una utopía desde cero, para otros es la de hacer en Marte una copia de la Tierra, lo cual trae agarrones como para alquilar balcón y formas creativas de solución que podrían ser el modelo para intentar resolver los problemas acá en este planeta.
“Marte Verde” es la segunda entrega de la trilogía de Marte (“Marte Rojo”, “Marte Verde” y “Marte Azul”) de Kim Stanley Robinson, que es como si un testigo presencial hubiera venido del futuro y nos estuviera echando el cuento de cómo fue la colonización de Marte. Pero es cualquier historia de ciencia ficción.
Así como el Rock es un territorio muy amplio con muchos matices donde caben desde Juanes, Maná y Queen hasta Rammstein, Metallica y Judas Priest, también lo es el género de la ciencia-ficción. Una de las escuelas que pocos autores se atreven a adoptar es la de ciencia-ficción dura o hiperrealista, en la que la especulación pasa a un segundo puesto y la rigurosidad científica (o al menos la plausibilidad de lo que se propone) ocupa el puesto estelar. Pues este señor, Kim Stanley Robinson, es un maestro que en este subgénero le da sopa y seco a todos sus predecesores.
Aunque me devoré la primera entrega de la trilogía, me demoré mucho en empezar la segunda. De hecho cuando encontré los dos libros finales en la librería los compré de una porque me daba miedo de que no los volvieran a traer (como efectivamente pasó: jamás los volví a ver). Y ahí se quedaron por varios años. Hace tiempo empecé varias veces “Marte Verde”, pero lo volvía a abandonar porque es un toque intimidante (es tan monumental que ha sido catalogada como “La Guerra y La Paz” de la ciencia-ficción), y porque hay capítulos donde los personajes casi no hablan sino que son más que todo descripciones detalladas de un mundo vacío que harían las delicias de geólogos, geógrafos y meteorólogos. Pero si uno no lo es, paila, se pierde a la segunda formación de regolito por la que pasan los protagonistas.
Este año sí me senté juicioso a leer sin distracciones y me sentí bien recompensado. La obra es muy bacana y hay peligro de que uno salga aprendiendo conceptos básicos de termodinámica, física, bioquímica, economía, política, sociología, genética… y un largo etcétera.
1 comentario:
Eres la única persona que conozco que me ha mencionado esa trilogía, mi misión es ir hasta Cali con el propósito de robarte.
Y bueno, no se si conozcas la Trilogía Cósmica de C. S. Lewis, pero a mi me paso lo mismo... Me perdía en los detalles y en las descripciones pero es maravillosa la lectura.
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