martes, 29 de julio de 2008

Al espacio por US$200.000. ¿Quién me presta?

Uno de mis sueños locos siempre ha sido poder ver mi planeta natal desde afuera (incluso antes de ver el capítulo en que Jean Luc Picard confiesa que ese fue quizás su momento más emocionante). Y ahora, gracias a la carrera impulsada por Sir Richard Branson y otros empresarios, vemos el primer paso concreto hacia la realización de mi sueño: una nave capaz de llevar carga (por ejemplo una cápsula de pasajeros) hasta los límites de nuestra atmósfera a un precio pagable.
          Una de las empresas de Branson, Virgin Galactic (me encanta ese nombre tan sugestivo), acaba de presentar el “White Knight Two”,  la nave hecha de carbono compuesto más grande que se haya construido hasta la fecha. ¿Y por qué ese material es importante? Porque hace la nave lo suficientemente fuerte y liviana como para volar muy alto sin casi despilfarrar combustible. Lograrlo es el santo grial de la carrera espacial, ya que no tienen el presupuesto gubernamental de la NASA en los años 60 que se podía permitir enormes y pesados cohetes Saturno (la mayor parte del peso estaba en los tanques y combustible y no en la navecita que era la que hacía el viaje a la Luna).
          ¿Y por qué digo que este adelanto me acerca a mi sueño? Pues porque ya no hay que hacer parte de una misión científica para que una agencia espacial le patrocine el viajecito, ni millonario como Dennis Tito, el primer turista que le pagó a los rusos un billete largo para que lo dejaran quedar una semanita en la Estación Espacial Internacional. Sólo hace falta que más empresas como la de Branson compitan por llevar turistas al espacio, y así se desarrolle una industria que baje cada vez más los costos, haciendo por los viajes espaciales lo que hicieron Howard Hughes (el aviador de la película de DiCaprio) y otros pioneros por la aviación comercial: gracias a ellos hoy podemos volar de Cali a Bogotá por alrededor de $200.000. Pues dentro de unos nueve meses, los primeros afortunados podrán darse su rodadita por los límites de nuestra atmósfera por módicos US$200.000, que espero sea el “techo” de las tarifas que poco a poco vayan bajando.
          Bueno, pero apartándonos un poco de la parte lúdica, el turismo espacial a precios razonables tiene otros beneficios. Por un lado, los astronautas coinciden en que ver la Tierra desde el espacio cambia su percepción acerca de la fragilidad de nuestro planeta y de lo íntimamente relacionado que está nuestro destino con el del chino o el del noruego del otro lado del mundo. Permitir que más gente tenga esta experiencia posiblemente influya en acelerar el cambio de conciencia que necesitamos para poner el sentido común por encima de nuestros deseos consumistas a corto plazo. Por otro lado, si logramos que llevar y traer carga del espacio sea económicamente viable, podríamos llegar a un punto en que saliera más barato producir fuera de nuestra atmósfera esas cosas cuya fabricación contaminan. Y el argumento para que más de un gerente tome la decisión sería que sale más caro el impacto ambiental en términos de multas, de esfuerzo y, cómo no, de relaciones públicas con los consumidores (si tenemos suerte con lo del cambio de conciencia).
          Pues bien, ahora sólo necesito que alguien me preste los US$200.000 del pasaje, yo se los pago cuando vuelva.

miércoles, 2 de julio de 2008

¡Rescataron a Ingrid!

Creo que en la lista de los días más felices de mi vida hay un nuevo integrante (junto con el día en que Gokú llegó a Namekuseí en “Dragon Ball Z”). A pocos minutos de conocer la noticia del éxito de la operación Jaque que terminó en la liberación de Ingrid, los tres gringos y los otros 11 secuestrados, es bastante refrescante ver que cadenas internacionales como CNN (“International” y “En Español”) están dando un cubrimiento tan amplio a la noticia. A propósito, es muy chistoso escuchar cómo al referirse a los "guerrilla leaders" de las FARC, parece que hablaran de “ ‘gorila’ leaders” . La comparación me pareció más que apropiada... ;)
          Sin embargo, tengo que reconocer que mi alegría no es sólo por el bienestar de los secuestrados. En parte también tengo una razón más egoísta: ahora sí de pronto se tambalea la dictadura democrática que Uribe parece querer perpetuar por cuenta de la operación Jaque.
En primer lugar, volvió Ingrid. Seguro que esa señora va a necesitar más que electrochoques y muchas vitaminas para recuperarse de los traumas físicos y psicológicos que le debieron quedar de la experiencia. Si yo estuviera en su lugar, muy posiblemente mandaría a la mierda la política y cualquier actividad pública distinta de estar con sus hijos, su mamá y su abnegado marido. Pero hay que reconocer, que si decidiera postularse nuevamente a la presidencia, ciertamente le callaría la boca a los fanáticos que insisten en que además de Uribe, no hay NADIE capaz de dar la talla a las necesidades del país.
          En segundo lugar, ahí estuvo Juan Manuel Santos, como siempre, robando cámara y ganando prensa gratis con camándula ajena (en este caso, el Ejército, que se merece todas las felicitaciones del mundo). Y un poco más atrás, están otros senadores como Germán Vargas Lleras (que renunció hace poco a su curul) y Marta Lucía Ramírez. Si hay tal cosa como una corriente ideológica detrás de la política de Uribe (que desde mi ignorancia parece más fuerza bruta que conocimiento y más improvisación que planeación) creo que los que están en plena capacidad para continuarla son estos mismos uribistas que han sido reconocidos por sus copartidarios como los más destacados. Y claro, además tendrían la ENORME ventaja de no tener encima tan insistentes indicios (fundados o no) de tener vínculos con paramilitares.
          Ojalá con la vuelta de Ingrid a la vida, la gente se acuerde un poco de su lucha (que parecen conocer mejor en Francia que acá, donde Uribe es “el mejor presidente de la historia de Colombia”) y que cuando la mayoría de los políticos se hacían los locos con el elefante de Samper con tal de conservar su cuota de poder, ella denunciaba hasta el cansancio que no iba a tolerar la corrupción. Sí, Uribe ha hecho muchas cosas buenas, pero debemos dejar de mirar para otro lado cuando empiezan a oler feo las alianzas que éste ha hecho con personajes oscuros para lograr sus objetivos. Las buenas obras no deben juzgarse sólo por sus resultados, sino también por la forma como se lograron. Ojalá el regreso de Ingrid nos haga valorar más la cero tolerancia a la corrupción que ella abanderó.